xentes de Oza
Ana se jubila, el Begoña sigue vivo: una historia de barrio que continúa

Su partida deja un hueco en el corazón del barrio, pero el Begoña, lejos de cerrar sus puertas, se alista para dar la bienvenida a nuevas personas que continuarán su legado, manteniendo viva la llama de este bar de toda la vida.
Para los que hemos hecho del Begoña una parada obligatoria en nuestra rutina diaria, Ana ha sido mucho más que la dueña de un establecimiento. Su sonrisa genuina, siempre dispuesta a iluminar la mañana más gris, su escucha atenta a las pequeñas y grandes historias de sus clientes, y sus detalles inesperados han tejido una red de afecto que trasciende la mera relación comercial.
¿Quién no recuerda con cariño el clavel obsequiado en el Día de la Mujer, los dulces caseros que endulzaban las fiestas navideñas o los pequeños recuerdos que traía de sus viajes, compartiendo un pedacito de mundo con su clientela? Estos gestos, aparentemente sencillos, han sido la argamasa que ha unido a Ana con su barrio, convirtiendo el Begoña en un espacio de encuentro y familiaridad. “Hay ciertas personas que ya son como familia”, confiesa Ana con una emoción palpable, reflejando el profundo cariño que siente por su comunidad y que es, sin duda, correspondido.
A lo largo de esta década al frente del Begoña, Ana contó con el apoyo incondicional de Toni, su fiel camarero. Juntos, formaron un equipo que demostró una solidez a prueba de desafíos, manteniendo vivo el espíritu que siempre caracterizó al local. Un espíritu que bebe de su propio nombre: Begoña. Evoca al barco donde trabajaba su primer dueño, aquella embarcación que llevó a tantos de los nuestros a buscar un futuro mejor por el mundo. El Begoña fue mucho más que un barco; fue un hogar flotante para innumerables gallegos y gallegas que, cargados de ilusiones y esperanzas, cruzaron los mares en busca de un nuevo comienzo. Esta historia de esfuerzo y desarraigo, tan arraigada en nuestra tierra, vive hoy en Café Begoña.
Ahora, con la jubilación en el horizonte cercano, Ana se prepara para una nueva singladura, una etapa donde podrá dedicar tiempo a sus pasiones y disfrutar del merecido descanso. Pero antes de soltar amarras definitivamente, deposita su confianza en las nuevas personas que tomarán el timón del Begoña, deseando que el barrio les brinde la misma acogida y apoyo que ella ha sentido durante estos años. “Espero que la gente les dé la oportunidad. Va a seguir todo igual”, expresa Ana con un optimismo contagioso, confiando en que la esencia del Begoña perdurará.
¿Y qué aventura le espera a Ana tras cerrar la puerta del Begoña por última vez como propietaria? Un horizonte lleno de posibilidades: viajes, la oportunidad de desempolvar su cámara fotográfica y capturar instantes perdidos, largas caminatas por senderos desconocidos... “En casa no me pillan a mí, ¿eh?”, sentencia con una sonrisa pícara que revela su espíritu inquieto y su determinación de vivir esta nueva etapa con la misma energía que dedicó al Begoña.
Así, el Begoña se prepara para escribir un nuevo capítulo en su historia, con nuevas manos al frente, pero con la misma alma de siempre. Echaremos de menos la presencia constante de Ana, su sonrisa luminosa y su dedicación incansable, pero le deseamos todo lo mejor en esta merecida jubilación. Y a las nuevas personas que pronto cruzarán el umbral del Begoña como sus nuevos responsables, les damos una cálida bienvenida al corazón de nuestro barrio, esperando que continúen navegando con la misma calidez y cercanía que han hecho de este rincón un lugar tan especial para todos y todas.
Ana se despide con un inmenso agradecimiento y satisfacción.