3ª Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia

“La objeción de conciencia es decirles que no estamos dispuestos a morir ni a matar por ellos”: A. Garci

A. Garci nació en Ferrol en 1993. Es periodista y escritora. También es miembro de la asociación Mundo Sen Guerras e Sen Violencia A Coruña. Esta entidad, junto a otras de la urbe herculina, están organizando la 3ª Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia en nuestra ciudad.

Uno de los temas centrales de esta edición es el derecho a la objeción de conciencia. Este permite a cualquier persona a negarse a cumplir con un deber u obligación jurídica cuando su cumplimiento entre en conflicto con sus convicciones éticas, filosóficas o religiosas y hoy, a la vista del panorama geopolítico mundial, vuelve a tomar importancia. 

“La objeción de conciencia es decirles que no estamos dispuestos a morir ni a matar por ellos”: A. Garci
Non a jerra
"Non a jerra" A. Garci

¿Cómo comenzaste en el activismo por la paz y la noviolencia?

Creo que somos mayoría los que instintivamente sentimos un rechazo absoluto por lo que las guerras significan. Cuando estudias y conoces la historia de la humanidad, observas que la violencia ha sido trágica entre nuestra especie y que ha traído consigo períodos muy oscuros. El desarrollo humano va siempre ligado a la paz, la cooperación y la colaboración.

Justo antes de la pandemia, había algo que me preocupaba cada vez que veía las noticias, a mi alrededor, por todas partes… el identitarismo crecía y crecía. Con él la polarización, el riesgo de la violencia, el retroceso hacia las peores ideas que han apoyado las sociedades humanas del pasado: supremacismo, guerras fratricidas… Escribí una novela acerca de un niño en la Guerra de Bosnia, que es un ejemplo perfecto de cómo fracasamos como especie cuando nos vencen esas ideas. Y así fue cómo comencé a entrar en contacto con el activismo y con MSGYSV en particular.

¿Ha mejorado esa deriva del mundo que te alarmó?

A la vista está que no, todo lo contrario. Conflictos macro y micro, guerras abiertas y otras de tapadillo, genocidios aquí y allá y mientras tanto… gran parte de la ciudadanía enfangada en sus propias trincheras, obviando lo importante, entretenidos con la propaganda y dejándose radicalizar cada vez más hacia la violencia. Y claro, cuanto más nos separamos, cuanto más avanza esa violencia en nuestra vida diaria, en los debates públicos, en nuestros conflictos cotidianos… más se acerca la guerra y más proclives somos a dejarnos convencer de la necesidad de la brutalidad y la barbarie.

¿Cuál es el valor de la objeción de conciencia en este contexto?

La objeción de conciencia tiene distintas utilidades, por así decirlo. Una de las más importantes y que menos se suele tener en cuenta es la de mandar un mensaje directo. Es una forma de hablarle a nuestro gobierno, voz a voz, para decirle: Yo no estoy dispuesto ni dispuesta a morir o a matar por vosotros. Vas con tu nombre y firmas que tú no apoyas la guerra, que no vas a colaborar con nada que tenga que ver con ella… No contéis conmigo, estáis solos en la locura. Los gobiernos necesitan la aceptación activa o pasiva de su ciudadanía para hacer la guerra o para participar en una porque los conflictos armados implican un esfuerzo inmenso del pueblo. Tienen costes económicos que merman el desarrollo de los países, pero sobre todo costes en vidas insustituibles que pueden hundir a una nación. Casi nadie quiere eso, hay pocas personas que prefieren la muerte a la vida… Solo los que se benefician de alguna manera, pueden apoyarlo. La cuestión es que no se puede mirar hacia otro lado, hay que decir en dónde estamos y qué queremos como país. No nos lo van a preguntar. No van a hacer un referéndum, pero esta es una manera de llevarlo a cabo de abajo a arriba. Solo así podemos deslegitimar cualquier acción que lleven a cabo en este sentido.

¿Hay riesgos para la ciudadanía española en ser reclutados u obligados a participar en cuestiones de este tipo?

Que Europa está inmiscuida en una guerra no es ningún secreto. Aunque solo fuera económicamente, lo está. España, además, por partida doble debido por su participación en la OTAN. No parecemos ser conscientes de la cantidad de estados que todavía tienen un servicio militar obligatorio: Grecia, Finlandia, Austria, Estonia, Noruega… Lituania lo reintrodujo en 2015, Suecia en 2018, Letonia en 2022… Dinamarca recientemente lo ha ampliado también a las mujeres. Francia, Alemania, Serbia y Rumanía se lo están planteando… Son muchísimos los países en nuestro entorno que ya han dado el paso o lo darán próximamente.

Margarita Robles dijo que este gobierno no se planteaba esa posibilidad, pero hablamos de la misma persona que en 2019 dijo en la televisión que España ya no vendía armas a Arabia Saudí, que aquello había sido un contrato del PP. Solo en 2022 la empresa pública Navantia cerró un acuerdo comercial con el país que lidera la coalición que ha destruído Yemen, para construir 5 fragatas más. Esto es solo un ejemplo. El estado español y sus sucesivos gobiernos han elegido el negocio de la guerra como un sector estratégico para la economía de nuestro país. Detrás de un conflicto armado siempre hay intereses: económicos, geopolíticos, imperialistas… y evidentemente no podemos confiar en que aquellos que se benefician de la guerra, sean los que la paren.

Antes de la crisis política que llevó a las últimas elecciones en España, estaba encima de la mesa una modificación de la Ley de Seguridad Nacional. En ella se establecía que cualquier persona mayor de edad estaría obligada a la realización de las prestaciones personales que disponga la autoridad competente en casos de “interés para la seguridad”. Es decir, que cualquier persona, sin establecer por cierto ningún plazo para la objeción y sin derecho a indemnización, podría ser llamado a formar parte del ejército o a colaborar de forma pasiva. Una vez  la autoridad te reclama, pasas a ser reservista y automáticamente estás bajo el Código Penal Militar. 

¿Y en la actualidad?

Hay mucha gente que no lo sabe, pero en el decreto en el que se suprimió formalmente la mili, siempre se ha dejado abierta su restauración. Pero todavía más… El Real Decreto 383/2011, de 18 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento de Reservistas de las Fuerzas Armadas, en vigor hoy, dispone que todas las personas mayores de edad y menores de 25 años están en condición de ser reservistas del ejército español, cuando el gobierno lo disponga de acuerdo con la ley. Esto siempre que no haya objetado, claro.

Tampoco pensábamos que coartarían radicalmente nuestra libertad fundamental de movimiento y circulación y, sin embargo, sucedió. Es decir, en esta clase de temas la confianza sobra. El deber de la ciudadanía, una de sus responsabilidades, es vigilar al poder. El poder tiene sus propios intereses y prioridades, pocas veces alineadas con las de las personas sobre las que gobiernan y somos nosotros y nosotras quienes tenemos que recordarles qué queremos y qué no estamos dispuestos ni dispuestas a hacer. Exigir todo esto mediante las herramientas que tenemos a mano, es parte de nuestro aporte a la construcción de un país y un mundo que queremos. La objeción de conciencia es una de esas herramientas.

¿Cómo se objeta y qué pasa cuando lo haces?

Objetar es bastante fácil. Solo hay que rellenar una instancia que se envía al Ministerio de Defensa y al Consejo Nacional de Objeción de Conciencia, entregándola en los edificios de las delegaciones o subdelegaciones de gobierno en cualquier ciudad de España. En esa instancia lo que se dice es que en base a las creencias y principios pacíficos y contrarios a la resolución violenta de los conflictos, la persona firmante rechaza la participación activa o pasiva en ninguna estructura militar, declarada o no la Emergencia Nacional.

¿Cómo se le puede poner fin a los conflictos armados que hay en este panorama tan complejo?

Con una resolución pacífica. Y sí, esto puede parecer una perogrullada, pero la verdad es que la guerra es una decisión. No es una catástrofe natural inevitable o imprevisible. Es una decisión que se toma en base a unos intereses. Si quienes la toman no saben resolver de otra forma sus problemas, que se vayan. Pagamos mucho, mucho dinero, los ciudadanos de todo el mundo a los políticos, diplomáticos y todos sus asesores… que lo hagan y si no, no los queremos dirigiendo nada. Nuestra parte es decir esto con toda claridad, dejando de apoyar a quienes impulsan la guerra y los asesinatos de una forma u otra. Decir que no. Esa es la solución de la gente, negarnos a participar mediante la desobediencia civil y la objeción de conciencia es una de las formas. Especialmente en España y Galicia.

¿Por qué especialmente en España y Galicia?

Nuestro país tiene una larga tradición de antimilitarismo y objeción. Desde las quintas en el antiguo régimen y hasta el 75% de los jóvenes gallegos que objetaron durante la época de la guerra del Golfo. 

“La objeción de conciencia es decirles que no estamos dispuestos a morir ni a matar por ellos”: A. Garci