Coruña en el recuerdo

Cine Gaiteira, un moderno salón de otra época

Ideal Cinema representó durante décadas un lugar especial de ocio y encuentro en este barrio histórico a través de su oferta de espectáculos
Cine Gaiteira, un moderno salón de otra época
A Gaiteira – Ideal Cinema – Publicado en la web de «Pantasmas de Oza» – En GM (quizás Gente de Monelos) – Años 50
A Gaiteira – Ideal Cinema – Publicado en la web de «Pantasmas de Oza» – En GM (quizás Gente de Monelos) – Años 50

El vínculo entre ocio, cultura y espectáculo ha dejado huellas arquitectónicas como la del céntrico Espacio Avenida, pero los barrios tradicionales de la ciudad contaron en otras épocas con grandes pantallas y escenarios que estamparon, al menos, algún tipo de sello sentimental en muchos coruñeses que descubrieron en aquellos recintos el placer y el asombro de asistir al cine a escasos metros o kilómetros de sus casas.

Los cambios urbanísticos han borrado del mapa cualquier señal de existencia de la sala Ideal Cinema, situada en la calle principal del barrio de A Gaiteira, un tramo peatonalizado a finales del siglo pasado y con amplia presencia comercial entre la que destaca la oferta de hostelería. 

El diario El Orzán describía al establecimiento como un “moderno salón teatro” en 1931, poco después de su inauguración. Una pieza publicada en El Ideal Gallego anunciaba su “reapertura” en octubre de 1947 con una “superproducción” estadounidense que apenas ha gozado de transcendencia histórica. El Anuario del Cine Español editado en 1956 por el llamado Sindicato Nacional del Espectáculo cifraba el aforo del interior en 450 localicades.

Diversos testimonios y documentos gráficos revelan que el local era conocido popularmente como Cine Gaiteira. En su entrada, ubicada en el número 37, sobresalía una marquesina, e incluía un ambigú en la sala. Había personal en taquilla, portero y acomodador para atender a los asistentes. Allí se celebraban, además, otros eventos como fiestas temáticas, actuaciones musicales, representaciones teatrales y convocatorias solidarias hasta su cierre, en torno al año 1970.

Galería de estrellas de moda

Acontecimiento especial o rutina, la asistencia a aquellos actos permitía disfrutar de grandes ratos de evasión en un rincón cercano. Gracias a salas como el Ideal Cinema, el vecindario ligó al séptimo arte vivencias entrañables asociadas a la fascinación por la novedad, el pretexto para entusiasmarse con la ilusión de un encuentro personal o el enriquecimiento de conocer historias llamativas o cotidianas y relativamente exóticas.

Un repaso a algunas hemerotecas permite intuir la pugna por destacar y vender el producto ante la proyección de una única cinta estrenada originalmente unos años antes y con la competencia de otras salas de cine ubicadas en numerosos barrios del municipio. Reclamos pomposos y promesas de sensaciones intensas procuran persuadir al público potencial desde el hueco reservado en el periódico de turno.

Los nombres de estrellas del momento que encabezaban el reparto de cada película aparecían a menudo destacados cerca del título del film, de modo que Buster Keaton, Gary Cooper, Shirley Temple, Charles Laughton, Clark Gable, Rita Hayworth, Fred Astaire, Glenn Ford y Victor Mature se convirtieron en motivaciones impresas en la cartelera de aquellas páginas durante las primeras décadas de funcionamiento del local de A Gaiteira.

Éxitos de espanto y carcajadas enfermizas

La variedad de géneros también abarcaba muchas preferencias y expectativas posibles. Los anuncios recogidos en los años 40 y 50 del siglo XX en El Ideal Gallego remarcan el “éxito espantoso” de Gilda, auguran “carcajadas hasta hacer llorar” en compañía de Cantinflas y sugieren “música, mujeres, humor y un argumento para enfermar de risa” con una comedia menor hollywoodiense. 

En cambio, destacan entre exclamaciones el “delicioso” carácter “sentimental” y “romántico” de otra comedia sin pretensiones y animan a contemplar “un raudal de violencias” en Una vida marcada, “una sensacional película cuyo diálogo corre a cargo de las pistolas”. “Un solo día”, y “a petición del público”, se repuso la “joya cinematográfica” titulada La tragedia de la Bounty.

Los horarios de proyección marcaban dos o tres sesiones entre seis de la tarde y once de la noche, y la clasificación por edades mostraba indicaciones escuetas como “tolerada menores” y “autorizada mayores”, aunque había ocasiones en que esta información no aparecía integrada en los medios.

Tal vez aquella grandilocuencia resumida en pocas palabras poseía un encanto particular y un sabor a proximidad para lectores que no disponían de tráileres excesivamente épicos y reveladores en internet ni publicidad en la pequeña pantalla o una plasmación del glamour de lo más popular del gremio en revistas y diarios hasta la época en que Ideal Cinema estaba a punto de cerrar su taquilla para siempre.

 

Cine Gaiteira, un moderno salón de otra época