El trabajo (VII)
No era nada complicado. Subir y bajar cajas de los camiones que traían el material para conciertos y obras de teatro a los escenarios y de los escenarios a los camiones otra vez y echar una mano con lo que dijesen.
Hablé con nuestro amigo en común, me dio un número de teléfono y llamé al día siguiente. Una semana después ya estaba trabajando. Primero un par de veces al mes. Después tres o cuatro. En verano casi todos los días. Por primera vez en mi vida tenía un trabajo decente. Se cobraba bien, se entraba y se salía a la hora, te hacían contrato y te repetían varias veces que si algo se podía hacer entre dos personas mejor que hacerlo uno solo. Algo verdaderamente inaudito.
Al principio trataba de mantener las apariencias, no tardó en salir mi yo verdadero. Era habitual ir sin dormir, pasado de vueltas o pasarme de vueltas en el mismo trabajo. No tardé en darme cuenta de que no era el único. Las entradas y salidas al baño eran de lo más normal. La mayor parte del tiempo estábamos fumando y charlando entre nosotros para matar el tiempo entre carga y descarga, que solía ser bastante amplio. Había buen ambiente y bastante compañerismo, al fin y al cabo todos buscábamos un poco lo mismo. Hacer el trabajo bien y rápido para irnos pronto a casa y que nos siguieran llamando.
Generalmente se hacían dos turnos. Uno por la mañana y otro por la noche, hasta la madrugada, casi siempre en fin de semana. Tenía la semana libre para quedarme despierto hasta bastante tarde y despertarme más allá del mediodía, cosa que yo consideraba uno de los grandes placeres de la vida, y al llegar el fin de semana ganaba y perdía lo mejor y lo peor de la noche y los bares. Iba un rato antes de entrar a trabajar y cuando salía llegaba justo para el cierre. Así me evitaba esas para mí largas horas de tedio y relaciones interpersonales en su gran mayoría tan vacías como innecesarias. Bien por hartazgo de la gente y de la vida en sociedad o bien por hartazgo de mi mismo.
Es cierto que la media de ingresos procedentes exclusivamente de ese trabajo apenas me daba para pagar la habitación que me alquilaban y los gastos más básicos y que cualquiera lo vería como un extra, pero para mí suponía la base de mi muy reciente adquirida "estabilidad". Después de andar dando tumbos durante años, muchas veces sin saber ni en donde dormiría al día siguiente, viviendo completamente al día, trataba de adquirir ahora algo más de sólidez para seguir creciendo y no anclarme en un personaje con el que ya no me sentía para nada identificado. Y aunque en cierto modo todo aquello iba en mi contra, ya que casi todo el tiempo hasta entonces había vivido okupando y buscándome la vida, saber dónde iba a dormir y comer todo el mes siguiente, de forma legal y segura, con acceso a luz, agua caliente, cocina y lavadora, para una persona como yo, acostumbrada a las carencias y la necesidad, suponía un gran alivio. No es que okupando y buscándose la vida no sé pudiese conseguir eso, es que yo era un desastre y muchas veces era incapaz de cuidarme mínimamente.
De todos modos nunca dejo de verlo todo como un juego o una obra de teatro, evidentemente nadie sueña de pequeño con trabajar en carga y descarga, por días sueltos y sujetos a demanda, yo lo hacía con ser escritor o periodista, así que de alguna forma tu mente transforma lo que no deseamos en otra cosa si esto sirve para alcanzar lo que deseamos.