La carrera por reconstruir Ucrania
La recuperación de la posguerra en Ucrania puede ser el mayor esfuerzo de reconstrucción en la historia moderna, de hecho, se lo denomina “la mayor reconstrucción mundial”. Estados Unidos y Europa han comenzado a planificarla y si bien durante los últimos 75 años Estados Unidos se ha involucrado en múltiples esfuerzos de reconstrucción, el Plan Marshall se podría poner como el ejemplo más notable de estos esfuerzos o negocios. Extraer lecciones de estos impulsos será importante para planificar la reforma y reconstrucción. Pero en lo inmediato, se ha optado por eliminar quirúrgicamente de los medios occidentales las reconstrucciones realizadas en Irak y Afganistán, por considerar que estos modelos no son un ejemplo correcto.
Dentro del relato que se está preparando, la seguridad es esencial, sin ella, como veremos, la reconstrucción fracasará. La seguridad duradera brinda a las empresas e inversores la confianza para asumir riesgos y hacer compromisos a largo plazo. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) proporcionó seguridad para la reconstrucción europea después de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría y desplegó más de 100.000 pacificadores en Bosnia, Kosovo, Croacia y Macedonia después de la destrucción y desintegración de Yugoslavia. La seguridad para la Ucrania de la posguerra será igualmente esencial.
En realidad, la seguridad, la certidumbre o la confianza es una simple fachada del relato, la verdadera pregunta es ¿quién controla el dinero? ¿quién paga qué?, ¿quién determina cuales son las prioridades?, y en base a estas preguntas, ¿cuáles son las empresas que se encuentran preparadas cubrir la necesidades de estas preferencias estratégicas? ¿quién las determina? Cientos de miles de hogares, escuelas, hospitales y fábricas, instalaciones energéticas críticas y kilómetros de carreteras, vías férreas y puertos marítimos han sido destruidos, por lo que decretamos abierta la carrera por la apropiación de los fondos.
Las primeras estimaciones de los costos de reconstrucción de la infraestructura física oscilan entre U$S 411 mil millones, según Evaluación Rápida de Daños y Necesidades de Ucrania del Banco Mundial (RNDA2, en inglés), hasta 1 billón según las estimaciones ucranianas, por lo que el pozo en disputa es verdaderamente seductor. El primer punto, la carrera por la apropiación de los fondos, ya se echó a andar, por eso la organización de la reconstrucción debe decidirse de antemano, saber quién recibe las cartas o quienes están dentro del presupuesto. Hay algunos principios simples: Ucrania debe establecer prioridades, Estados Unidos debe encabezar la seguridad y la UE debe conducir la recuperación económica. Es decir, Ucrania privatizar y delegar, Estados Unidos dirigir, programar y asignar, y Europa comprar.
Aun así, hay una serie de detalles que deberían quedar claros para los inversores participantes, cualquiera sea su intervención en el desmantelamiento ucraniano. El primer punto que debería explicar, es cuál será la configuración y conformación de Ucrania. Ya hemos hablado bastante del tema, como en nuestro texto Guerra y robo, pero los cinco escenarios más estudiados son: el escenario de Karabaj: punto muerto; el de Cachemira: el regreso al statu quo anterior; el de Crimea: conquista rusa; el de Croacia; reconquista de Ucrania, o el Kosovo: compromiso. Todos estos escenarios se pueden ver en el Instituto francés Montaigne.
De estos escenarios creemos que el más factible, o al menos el que los americanos deberían de vender a los inversores, de hecho, ya lo están haciendo, según “Una guerra imposible de ganar”, de Foreing Affairs, es el escenario de Kosovo, algo así como un Minsk 3. Donbass y Crimea seguiría en manos rusas y se pone en discusión Odesa. El reconocimiento de la soberanía rusa sobre el territorio se da con la garantia de seguridad otorgado a Ucrania dentro de sus nuevas fronteras, ese es el precio de la bendición, la no modificación de fronteras por la fuerza; si Rusia, o cualquier país ataca a Ucrania, el garante es EE.UU.
Según Estados Unidos, la reconstrucción de Ucrania necesitará un inspector general fuerte y confiable para salvaguardar la integridad de la asistencia derivado del garante de la paz, especialmente dado el historial de corrupción de Kiev desde que obtuvo la independencia en 1991. Los donantes internacionales deben, en paralelo, instituir un monitoreo efectivo y estar listos para detener la financiación si surge corrupción, por lo sería aconsejable que un enviado estadounidense o un fondo de inversión que dirija el transito del flujo de fondo fuera del estado ucraniano.
Aquí se da una peculiaridad interesante. Como la seguridad la pondrá EE.UU., ellos definirán quién administre los fondos; por lo que se sabe, Zelensky selló un acuerdo a fines del año pasado con Laurence D. Fink, CEO de BlackRock, para “coordinar los esfuerzos de inversión para reconstruir la nación devastada por la guerra”, que se llevará a cabo de forma gratuita. Si se quiere participar, no en la crema del negocio, cada país deberá ofrecerá garantías estatales a las empresas que realicen trabajos futuros en Ucrania. Bruno Le Maire, el ministro de Finanzas de Francia, dijo que se habían adjudicado contratos por un valor total de US$107 millones a tres empresas francesas para proyectos en Ucrania: Matière construirá 30 puentes flotantes, y Mas Seeds y Lidea proporcionarán semillas a los agricultores.
Como se ve, el juego es simple, los participantes los determina el crupier, que es EE.UU., al ser el responsable de la seguridad, por descarte es el conductor y el ordenador de prioridades, establecer empresas y asignar fondos. La mayoría de las tierras ucranianas ya están en manos extranjeras (ver Guerra y robo) y lo producido en ellas irá a parar a Europa, como quedó claro en la Conferencia de Recuperación de Ucrania, de julio de 2022, en Lugano, Suiza. El informe estratégico fue elaborado por la empresa Economist Impact, una firma de consultoría corporativa que forma parte de The Economist Group (un 50% es propiedad de The Financial Times, la mayor parte de las acciones restantes están en manos de accionistas individuales, como los Rothschild, Schroder, Agnelli).
Este tercer documento, de los tres presentados en la reunión, es el más profundo. Titulado “Ukraine Reform Tracker: Economic Reforms», fue financiado por el gobierno suizo. Dentro de un rosario de políticas ortodoxas, se pidió una mayor «liberalización de la agricultura» para atraer inversiones extranjeras y fomentar el espíritu empresarial. Continuar con la privatización de empresas estatales grandes, lo que “permitirá que más empresarios ingresen al mercado y prosperen allí en el contexto de la posguerra”, y a medida que avanza el enfrentamiento, el gobierno está vendiendo activos estatales en una gran ola de privatizaciones. Es decir, granos, gas y petróleo tendrán destino europeo.
Las corporaciones estadounidenses de combustibles fósiles, como ExxonMobil, Chevron y Halliburton, están participando en discusiones para hacerse cargo de la industria del petróleo y gas de la nación de Europa del Este. Esto ocurre poco después de que el líder de Ucrania, Volodymyr Zelensky, respaldado por Occidente, enviara un mensaje de video amigable a un grupo de cabildeo corporativo de EE.UU., agradeciendo a compañías como BlackRock, JP Morgan, Goldman Sachs y Starlink, y prometiendo «grandes negocios».
El Financial Times informó que Olesik Chernyshov, el CEO de la empresa estatal ucraniana Naftogaz, se reunió con representantes de ExxonMobil y Halliburton, luego de una reunión similar con Chevron en enero. Las negociaciones con los grandes actores de los combustibles fósiles de EE.UU. son parte de un impulso estratégico para aumentar la producción de gas natural que, según los funcionarios ucranianos, podría ayudar a reemplazar el suministro ruso a Europa en los próximos años.
Halliburton es notorio por su participación en esquemas de corrupción, que implican grandes contratos gubernamentales. En 2017, la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. le impuso una multa de 29,2 millones de dólares por violar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero con contratos de servicios petroleros altamente rentables en Angola. El economista Yanis Varoufakis, quien anteriormente se desempeñó como ministro de Finanzas de Grecia, tuiteó: “Y ahí lo tienen. EXXON, HALLIBURTON & CHEVRON, después de Irak, ahora se están apoderando de los campos de petróleo y gas de Ucrania. Planificación para introducir fracking a gran escala: una amenaza clara y presente para envenenar la agricultura de la UE.”
Halliburton era un nombre familiar en los Estados Unidos en la década de 2000, y era prácticamente sinónimo de corrupción. El vicepresidente Dick Cheney, que sirvió bajo el expresidente George W. Bush, había trabajado durante años como presidente y director ejecutivo de Halliburton. Cheney, un neoconservador de línea dura, fue un arquitecto clave de la invasión ilegal de EE.UU. a Irak en 2003. Ese mismo año, Halliburton recibió un «trato ‘dulce’ en Irak«. Una década más tarde, el International Business Times informó que la subsidiaria de Halliburton, KBR, había recibido más contratos relacionados con Irak que cualquier otra empresa privada en los 10 años de la guerra.
A la compañía Kellogg, Brown & Root, se le otorgaron U$S39.5 mil millones en contratos relacionados con Irak, y muchos de los acuerdos se otorgaron sin ninguna licitación, como una renovación de contrato de U$S568 millones en 2010 para proporcionar vivienda, comidas, agua y servicios de baño a los soldados, un trato que condujo a una demanda del Departamento de Justicia por supuestos sobornos.
El CEO de Naftogaz, durante su viaje a Washington, se reunió con altos funcionarios del gobierno, como el ex embajador de EE.UU. en Ucrania, Geoffrey Pyatt. El representó a Washington en Kiev durante un violento golpe respaldado por Estados Unidos en 2014, que derrocó al gobierno democráticamente elegido. Una notoria llamada telefónica filtrada de la alta funcionaria del Departamento de Estado, Victoria Nuland, mostró a los funcionarios estadounidenses decidiendo quién dirigiría el gobierno ucraniano después del golpe. Quien conversaba con Nuland en la llamada no era otro que Pyatt. Hoy, Pyatt se desempeña como subsecretario de Estado de EE.UU. para recursos energéticos y también coordina la cooperación entre el G7 y Ucrania.
Lo más extraño del viaje, y donde se cierra el círculo, es cuando el director ejecutivo de Naftogaz se reunió con representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI), la institución financiera dominada por Estados Unidos, que es famosa por imponer políticas económicas neoliberales a las naciones endeudadas. En marzo, el FMI tomó la decisión sin precedentes de aprobar un préstamo de U$S 15,600 millones para Ucrania. El FMI nunca antes había brindado financiamiento a un país que está en guerra. “La cooperación con el FMI es crucial para la estabilidad de nuestro país en tiempos de guerra. El hecho de que tengamos un programa es una señal para el mundo civilizado de que el país se está moviendo en la dirección correcta. Ucrania ha hecho su elección de civilización. Naftogaz ha cumplido su parte de las condiciones para que nuestro país reciba el programa del FMI. Esto demuestra que somos un socio fiable. Naftogaz no defraudará al país”.
La declaración de Naftogaz no aclaró cuáles eran estas “condiciones”, pero un comunicado de prensa del FMI de febrero dejó en claro que incluye reformas neoliberales, de las cuales ya hablamos. El FMI informó que sus discusiones con las autoridades ucranianas “cubrieron el marco macroeconómico de mediano plazo, la política fiscal, la combinación de financiamiento, las políticas del sector financiero y la gobernanza”.
Reconstruir Irak durante la presidencia de George W. Bush era un negocio para muy pocos. En ese entonces los expertos elevan hasta 600 mil millones de dólares el negocio de revitalizar Irak tras la guerra. La reconstrucción de ese país del Golfo favorece a las empresas fundamentalmente estadounidenses. El reparto, que deciden desde Washington el Pentágono y la Agencia Internacional para el Desarrollo, ha estado empañado desde el principio por una nube de favoritismo hacia Halliburton, la corporación que dirigía el vicepresidente del gobierno de EE.UU., Dick Cheney, antes de llegar al poder, que obtuvo las obras de infraestructura petrolera para su subsidiaria Kellogg Brown & Root (KBR) sin pasar por una licitación.
La película es la misma, quizás existan algunos problemas adicionales. La Unión Europea tendrá que devolver a Rusia las reservas congeladas cuando acabe el conflicto en Ucrania, según el diario alemán Die Welt, que cita un documento de la Comisión Europea que contiene esta conclusión «aleccionadora». El Secretario de Estado para Asuntos Exteriores del Reino Unido, James Cleverly, reconoció que hay obstáculos que dificultan la posibilidad de confiscar los activos rusos. «El hecho es que antes hubo conflictos en todo el mundo y hubo perpetradores, pero nunca se ha registrado una incautación de activos”. Esto es sólo un pequeño contratiempo, en cuanto a lo demás, marcha según lo planeado.