Si es con gas, que sea perfumado
El mundo se fracturó en Ucrania con dos nuevos bloques: por un lado, el eje EE.UU.-OTAN-Unión Europea y sus satélites periféricos. Debe entenderse conceptualmente bien la idea de satélite: no es un bloque, sino la imposición de un formato unipolar en donde Estados Unidos de Norteamérica predomine ante todo y todos. Por otro lado, se encuentra el eje euroasiático de Rusia y China con sus aliados, unos reales, otros circunstanciales. En síntesis, se creó una nueva cortina de acero, que, por ahora, se estableció en Kiev, aunque no se sabe dónde terminara.
En esta nueva división hay asesinos y suicidas, pero tanto los ejecutados como los suicidas en general escogen la vía menos dolorosa para su deceso. En el caso de las víctimas suelen decidirlo terceros por ellos. Con posterioridad, la prensa mundial se encarga de establecer qué tan sanguinario era el asesino. Por ejemplo, los misiles americanos utilizados para bombardear Damasco (véase video) poseían el don televisivo de disiparse cuando explotaban, nunca había en las detonaciones civiles, niños, embarazadas, ancianos. etc. La magia radicaba en un cohete saliendo desde un portaaviones, impactando en algún nido de perversidad, que era mejor no mostrar, una especie de proyectiles benévolos. En contraposición, los misiles rusos, con menor tecnología mediática, no solo muestran las consecuencias de sus destrozos, sino que atentan contra la población civil, siempre que impacten en un shopping, pero su efecto se diluye y no son tan letales para la “población” si cae en barrios carenciados, como en la vida.
Algunas intervenciones militares, al menos según las principales narrativas occidentales, están justificadas y otras son simplemente ilegales. La invasión rusa de Ucrania en curso se interpreta casi universalmente en Occidente como una clara agresión contra un Estado soberano, mientras que el bombardeo de Serbia por parte de la OTAN el 24 de marzo de 1999, hoy, veintitrés años después, se considera moralmente justificable. En ese momento se describió ampliamente como una «intervención humanitaria«, provocada por la supuesta «limpieza étnica» serbia de los albaneses en la provincia de Kosovo, en el sur de Serbia.
Lo cierto es que, tanto la economía como la población mundial preferirían que si los van a matar, de asfixia, por ejemplo, la almohada esté, al menos, perfumada. Este mecanismo de adulterar la realidad es una particularidad mundial, pero persistente en Occidente. No puedo dejar pasar la oportunidad de ejemplificar la excusa de amabilidad que tuvieron el FMI y el gobierno argentino en conjunto al descubrir el hilo negro. Y aunque no lo crea, con él, encontraron la pócima perfecta de conducir al país al suicidio, pero de manera indolora, sin austeridad y perfumada, un hermoso descargo para el sepulturero.
En el artículo anterior expusimos que las sanciones a Moscú estaban dando un doble resultado, atacar la economía rusa por un lado y castigar al mundo por otro. Sobre todo golpeando con especial violencia algunas áreas geografía mundiales con mayor necesidad de alimentos. Pero también dejamos expuesto que India, China, Pakistán, entre otros, se habían abstenido de condenar la intervención militar rusa por cuestiones de soberanía y negocios.
Una serie de dispositivos activos apresuraron su accionar con las sanciones. Los mecanismos de pagos alternativos al sistema SWIFT, sobre todo la mutación de moneda para el pago de energía. Si bien gran parte de las sanciones energéticas a Rusia eran fingidas, China ya tenía acuerdos en yuanes para la compra de energía con Rusia e Irán. Pero ahora Rusia consigue un swaps de divisas para financiar el comercio en rupias y rublos, eludiendo el régimen de sanciones de Estados Unidos. Aunque los volúmenes de comercio son bajos, el acuerdo entre la India y Rusia, si se ejecuta, sería la primera salida abierta del sistema basado en dólares de financiamiento del comercio internacional.
Otros dos hechos ocurrieron en simultáneo al acuerdo ruso–hindú que atentan directamente contra el dólar. La posibilidad que Arabia Saudita pueda aceptar yuanes en algunas de sus ventas de crudo a China –a quien le venden el 25% de sus exportaciones de crudo–. Se supone que el malestar del reino con Estados Unidos se debe a su interpretación de falta de apoyo al conflicto con Yemen. Que inventando una descripción benigna se podría exponer como una guerra, aunque la realidad la muestre como una masacre, pero sin cobertura mediática.
El segundo hecho es que Rusia ataca frontalmente al dólar exigiendo el pago del gas en rublos a Europa, Reino Unido o los EE.UU. Los futuros del gas natural europeo subieron a mediados de semana más de un 24%, después de que Vladímir Putin hiciera el anuncio, y el rublo se apreció, dando mayores facilidades para la compra de importaciones a Rusia, uno de sus problemas centrales de su economía con la devaluación producto de las sanciones. Y por otro lado, colaborando a minar la ventaja histórica que los EE.UU. tienen a la hora de imponer ciertas políticas monetarias sin generar una inflación excesiva en su propia economía, si el dólar pierde vigencia en el mundo.
Mientras la escalada de falsos relatos persiste a través de las fake news, hay algunas polémicas que vale la pena discutir, por ejemplo, la insistencia americana de ciberataques rusos y el riesgo de un ataque químico. Las crecientes advertencias de un ataque cibernético ruso se encuentra dentro de uno de los misterios más desconcertantes de la guerra: ¿por qué el Kremlin se ha abstenido de desatar todo su poder de piratería contra Ucrania?
Poco antes de que comenzara la invasión, el 24 de febrero, una serie de ataques inhabilitaron temporalmente los sitios web del gobierno ucraniano, uno de los cuales fue atribuido a los servicios de inteligencia rusos por la administración Biden y el Reino Unido. El gobierno de Ucrania también vinculó a un grupo de piratería bielorruso con correos electrónicos maliciosos enviados a oficiales militares ucranianos. Lo cierto es que se sabe que nadie sabe quien maneja y coordina a las fuerza armadas ucranianas aisladas por los ciberataques rusos. Aquí las especulaciones giran alrededor del nacionalsocialista batallón Azov o la SBU el servicio de seguridad ucraniano, dependiente de la presidencia.
Lo paradójico es que, incluso cuando el ejército ruso ha bombardeado a civiles en todo el país con explosivos, misiles y artillería, haciendo estallar apartamentos, centros comerciales y corredores de evacuación, sus ataques cibernéticos han sido de alcance limitado. El presidente Zelensky ha podido realizar video llamadas con los gobiernos de varios países de la OTAN detallando las necesidades de su nación. E incluso los ucranianos comunes han podido compartir videos de devastación física al confiar en una infraestructura de comunicaciones en funcionamiento. O sea, los americanos temen que ciberataques rusos se profundice en Ucrania, que pueda ir a Europa y llegar hasta el propio Estados Unidos, pero los rusos no pueden inutilizar WhastsApp ni Zoom. Quizás, y al parecer así es, los rusos no han utilizado su poder aún.
Es verdad que un ataque cibernético a gran escala, Rusia podría derribar la red eléctrica, apagar la calefacción en pleno invierno y cerrar los centros de comando militar y los sistemas de comunicaciones celulares de Ucrania, pero el problema americano no está en Ucrania sino en los EE.UU. El 10 de mayo del 2021 el gobierno norteamericano declaró el estado de emergencia tras un ciberataque a la mayor red de oleoducto del país, que la dejó inactiva.
Un grupo de piratas informáticos desconectó por completo y robó más de 100 GB de información del oleoducto Colonial, que transporta más de 2,5 millones de barriles por día, el 45% del suministro de diésel, gasolina y combustible que consumen los aviones de la costa este. Según el FBI, el ataque cibernético fue causado por un grupo de hackers llamado Dark Side, que se infiltró en la red y no son, que se sepa, rusos. «Somos apolíticos, no participamos en geopolítica«, escribieron. «Nuestro objetivo es conseguir dinero, no crear problemas para la sociedad». Los ciberataques existen en 150 países y son un buen relato para culpar a China de atacar a Microsoft, pero la verdad es que la falta de inversión en seguridad de Estados Unidos da pie para que cualquier ataque tenga probabilidades de ocurrencia, así es que rusos, iraníes, chinos y marcianos estarán siempre al acecho.
Por otro lado, Estados Unidos ostenta un récord desagradable en cuanto a la utilización de armas químicas y biológicas desde en Vietnam, Corea e Irak, por lo que sus laboratorios de armas químicas, 336 en el mundo y 46 en Ucrania, no cuentan con el aval de transparencia ni para la prensa occidental. La Convención de Armas Biológicas entró en vigor el 26 marzo de 1975, y su rimbombante nombre completo es Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas y sobre su Destrucción, firmada por 183 países de los 193 de los que consta la ONU, no firmada por Israel, un verdadero hazmerreir, del cual Estados Unidos aprovecha para su beneficio y para culpar a los demás.
Desde hace semanas –cuando estalló la bomba biológica de los biolabs del Pentágono en Ucrania– a la fecha se han agregado dos perturbadoras vinculaciones: 1) la transferencia de ectoparásitos de murciélagos de Ucrania al exterior y 2) el transporte del suero sanguíneo de pacientes con COVID-19 de Ucrania al exterior. A este relato de terror hay que agregar la patética comparecencia ante el Senado de la Subsecretaria de Estado Victoria Nuland, quien aceptó que Ucrania tiene instalaciones de investigación biológica financiadas por Estados Unidos y que temía que cayeran en manos del ejército ruso.
Al parecer la operación especial militar rusa en Ucrania coincidió con el lanzamiento planificado de biolaboratorios militares estadounidenses en Kiev y Odesa. El 26 de febrero, la embajada de EE.UU. en Ucrania se apresuró a eliminar de su sitio web todos los documentos sobre 11 laboratorios biológicos financiados por el Pentágono en Ucrania.
En octubre de 2021, la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE.UU. (DTRA) del Departamento de Defensa publicó en el sitio web un acuerdo adicional sobre “combatir patógenos altamente peligrosos”. El documento se refiere a la etapa final del trabajo sobre el lanzamiento de dos biolaboratorios en Ucrania: en Kiev y Odesa. El acuerdo adicional cubre el equipamiento y formación del personal y la puesta en marcha de las instalaciones. El costo de la obra es de 3,6 millones de dólares, pero algunas cifras del documento son confidenciales. Según el documento, los laboratorios estaban listos en más del 90% pero no terminados, la finalización del 10% restante se retrasó hasta finales de febrero de 2022 (ver documento) es decir, se terminaron justo con la intervención rusa.
Las imputaciones del Global Times del Partido Comunista Chino son sumamente graves. Reporta que las investigaciones de Estados Unidos se centran en el proyecto llamado R-781, que implica murciélagos como transportadores de potenciales armas biológicas. Las narrativas occidentales son así, el COVID-19 supuestamente generado en los laboratorios de Wuhan podría haber sido creado ucraniano. Así las novelas, los programas biomilitares con guía y apoyo financiero del Pentágono, que incluyen experimentos con cepas de coronavirus, ántrax, cólera, fiebre bovina africana y otras enfermedades letales, son comunes.
Al parecer, siempre que Estados Unidos levanta la voz por alguna fechoría culpando a otros países, implica que es idea de ellos o ya la están llevando a cabo.