Más náugragos que navegantes
Resulta revelador que la mayoría del arco político progresista mundial analiza su desventura y el ascenso de la derecha cargando culpas a un sinnúmero de desgracias que lo golpearon, sin atribuir un ápice a su vana e incluso nula capacidad de generar un patrón alternativo al modelo reproductor de desigualdad vigente en el mundo. Un tsunami de fascismo mundial, medios concentrados de difusión en su contra y aliados progresistas inoperantes son algunos de las evasivas de su o nuestra ineptitud. Mientras esta sucede, y como se dice, agua pasada no mueve molino, la concentración del ingreso se afianza, las disposiciones y aceptaciones económico-políticas sobrepasan la idiotez. Cada decisión es más grave y ridícula que la anterior, pero aun así progresan en su camino.
En 2011, el noreste de Japón fue sacudido por el mayor terremoto en la historia del país, inmediatamente después un enorme tsunami se estrelló contra la planta nuclear de Fukushima Daiichi. El agua contaminada que se generó fue una mezcla del agua de refrigeración, procedente de los restos de combustible nuclear, con el agua subterránea y la de lluvia que fluyeron hacia los edificios del reactor y de las turbinas. En la década transcurrida desde el desastre, el agua ha seguido fluyendo entre los escombros. La cantidad total de agua almacenada es de 1,34 millones de metros cúbicos a julio de 2023. Esa agua ha sido tratada con un sistema que se llama Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos o ALPS, pero aún contiene sustancias radiactivas.
Para aclarar este punto, como suele suceder mundialmente, el “agua tratada con los Alps” o “agua tratada contaminada” es un tema de apreciación, no de contaminación. Para el gobierno japonés el «agua tratada es «agua que cumple las normas que regulan la liberación de nucleídos distintos del tritio al medio ambiente». Sin embargo, alrededor del 70%de esta agua tratada está contaminada. Pero eso poco importa, a partir del 24 de agosto comenzaron las descargas de aguas residuales contaminadas al océano y se espera que continúen durante décadas. Las asociaciones y grupos de pescadores japoneses se han opuesto firmemente a la liberación, y China prohibió inmediatamente todas las importaciones de productos japoneses del mar.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, creó un fondo de emergencia de 547 millones de dólares, previo a las descargas al mar del agua contaminada, para apoyar la pesca y el procesamiento de bienes, así como combatir el daño a la reputación de los productos japoneses, por la imprudencia de sus gobernantes. “Protegeremos la industria pesquera japonesa a toda costa”, aunque no se sabía a costa de quien. El lunes 4 de septiembre se anunció un nuevo fondo de emergencia de 141 millones de dólares para ayudar a los exportadores afectados por una prohibición de productos pesqueros japoneses impuesta por China en respuesta a la liberación de aguas residuales radiactivas de la dañada planta de energía nuclear de Fukushima. China optó porque sus niños no coman pescados de tres ojos, como los retratados en los Simpson como los resultados de los contaminantes de la planta nuclear de Montgomery Burns. Pero una cosa es Springfield y otra es tratar con comunistas.
Al parecer la salida más fácil fue subsidiar a los pescadores japoneses contra los ineptos rojos que dejan de comprar su productos, en vez de tratar de idear con esos 688 millones de dólares alguna alternativa de no contaminara el océano Pacifico. La creativa e imaginativa solución japonesa se asimila en orientación a las declaraciones dada por la Representante Especial de la Unión Europea para el Sahel, Emanuela Claudia Del Re, acerca de las sanciones a Níger. “Las sanciones están empezando a surtir efecto, no hay suficientes medicamentos, no hay suficientes alimentos, y los cortes de energía son más frecuentes que antes”. Bien, para que Francia no pierda poder la Unión Europea considera que la gente se tiene que morir de hambre, por falta de medicamentos o ir a la quiebra porque los negocios no pueden abrir por falta de luz.
La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (Cedeao) y la Unión Económica y Monetaria del África Occidental (Uemoa) decretaron una serie de sanciones económicas y financieras a Níger. Entre otras figura la congelación de los activos financieros y monetarios del Estado nigerino en el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO) y en los bancos comerciales de los países de la Unión Económica y Monetaria del África Occidental, donde funciona la moneda colonial francesa CFA, suspendiendo todas las transacciones comerciales y financieras, incluidas las relativas a productos petrolíferos y electricidad. De hecho, Nigeria -que lidera el bloque económico regional- cortó la electricidad a Níger. También lograron que se dispare, con un aumento del 36%, el arroz, un producto importado de alto consumo por esta última nación.
El país se ha convertido en el penúltimo de África occidental donde el ejército ha tomado el control, después de Burkina Faso, Guinea, Malí y Chad, Gabón, todas antiguas colonias francesas. Desde 1990, un sorprendente 78% de los 28 golpes de estado en el África subsahariana han ocurrido en estados francófonos, lo que lleva a algunos comentaristas a preguntarse si Francia -o el legado del colonialismo francés- tiene la culpa. Seguramente sí, pero lo que queda claro es que sancionar a los países para que su gente pase todo tipo de privaciones no ha dado resultados en ningún tiempo y lugar.
Después de cumplirse los dos años de la vuelta al poder de los talibanes, la ONG Acción contra el Hambre, advierte de una crisis humanitaria que afecta a más del 92% de la población en Afganistán, es decir, 32 millones de personas. La economía afgana, que dependía en un 70% de la ayuda internacional, ha caído dramáticamente desde la retirada americana, que ha impuesto sanciones al país. Según UNICEF, Afganistán tiene la tasa de mortalidad infantil más alta del mundo desde 2005. La agencia de Naciones Unidas asegura que durante los últimos 17 años, más de 28.500 niños han muerto o han resultado heridos, lo que representa el 27% de todas las muertes infantiles en el mundo. Las decisiones de sancionar a diferentes lugares en el mapa solo traen desgracia para la población, no a sus gobiernos, sean estos Irán, Cuba, Afganistán, Siria, etc.
Acerca de las malas decisiones, los europeos están comenzando a sentir un profundo escozor que progresivamente muta de irritación a un dominado nerviosismo, porque las primarias americanas y sobre todo la interna republicana para la nominación presidencial de 2025 están tomando una apariencia alarmante. Si bien la discusión está dominada por las acusaciones criminales, el viejo continente está ansioso por ver los perfiles de política exterior de los contendientes presidenciales republicanos, que de seguir así, los incluiría más en el bando de los náufragos que en el de los navegantes.
La pregunta más apremiante para los europeos es cómo se posicionan los candidatos sobre Ucrania, no sólo los republicanos, sino los demócratas, que al parecer les pasarían el testigo para hacerse cargo de la guerra, pero no de los beneficios. Según el European Council on Foreing Relations, las posiciones de política exterior de los candidatos presidenciales republicanos se dividen en tres miradas – primacistas, moderados y priorizadores.
Los primacistas están a favor de que Estados Unidos continúe con el liderazgo global, que incluye Europa y obviamente Ucrania, una especie de neoconservadores republicanos, pero sin peso. Los líderes de los primacistas, Mike Pence y Nikki Haley, se hacen eco del consenso del establishment de que la derrota estratégica de Rusia es una cuestión vital para la seguridad nacional de Estados Unidos, como lo es mantener un fuerte apoyo militar para ayudar a Ucrania a ganar. Mike Pence ha declarado que “la guerra en Ucrania no es nuestra guerra, pero la libertad es nuestra lucha”. Más allá de la última frase, la guerra de Ucrania no es nuestra guerra, es un problema, y uno serio.
El lema de los moderados es que Estados Unidos debería preocuparse más por su propia frontera que por las extranjeras. En su mundo, Ucrania y la derrota estratégica de Rusia no son vitales para el interés nacional de Estados Unidos. Esto contrasta marcadamente con lo que la gente imagina. La sugerencia de Trump de no “pensar en esta guerra en términos de ganar y perder” sino más bien “en términos de poner fin a la guerra para detener las matanzas”. Este candidato es el que detenta la mayor cantidad de votos.
El candidato Ron DeSantis pertenece a la tribu priorizadora y consideran la amenaza planteada por China como el principal ultimátum a la seguridad nacional de Estados Unidos, viendo la necesidad urgente de transferir recursos de Ucrania a Taiwán. Esto requeriría una nueva priorización de los recursos estadounidenses fuera de Ucrania, donde, en opinión de DeSantis, los europeos deberían tomar la iniciativa. Como tal, Europa ya no debería ser el centro de atención de Estados Unidos.
Los perfiles individuales de política exterior en el debate primario del Partido Republicano revelan las tendencias de política exterior del partido y hacia dónde pueden conducir. Como lo demuestra su respuesta a la invasión rusa, los candidatos han animado a la base del partido a rechazar firmemente el consenso del establishment y la visión primacista. Para la mayoría republicana, esta guerra se terminó para Estados Unidos y comienza para Europa.
Mientras decisiones al parecer erróneas en el mundo son acompañas por declaraciones más desatinadas y absurdas que las decisiones, las consecuencias de los actos revelan lo acertado de las medidas. Como cada año, el Credite Suisse saca su informe sobre la Riqueza Global, en este caso nos referimos a la edición 2022. En ella se muestra que, por primera vez desde la crisis del 2008, la riqueza mundial cayó en 11.3 billones de dólares en el 2022, la riqueza de los adultos también retrocedió en 3.198 dólares, alcanzando 84.718 dólares por adultos al final del 2022, mientras entre países y regiones, las mayores pérdidas impactaron en las zonas más ricas, EE.UU. y Europa. América Latina fue el caso atípico, aumentaron en 2.4 billones de dólares, y crecieron también la cantidad de ricos y la ya conocida desigualdad.
Como se ve en el cuadro, la base de la pirámide, unos 2.818 millones de personas, el 52.9% de la población tiene una riqueza inferior a 10.000 dólares y activos por 1.2% de la riqueza mundial. El segundo segmento, el que va de 10.000 a 100.000, es el que ha experimentado la mayor expansión, triplicó la cantidad de personas de 533 millones a 1.844 millones debido principalmente a la prosperidad de China y su clase media, que llevó la riqueza promedio a 33.573 dólares, y tiene activos por el 13.6% de la riqueza mundial. El segmento que sigue, de 100.000 a un millón de dólares, también triplicó su tamaño este siglo, de 288 millones a 642 millones. Los miembros de este grupo tienen activos por 178.9 billones, el 39.4% del mundo. Por último 59.6 millones de personas, es decir, el 1% tiene activos por 208.3 billones o el 45.9% globales.
Es decir, si sumamos los dos rangos superiores de la pirámide, el insignificante 12.7% de la población mundial, resultan ser los dueños de más del 85% del patrimonio total. La cantidad de superricos se redujo en 3.5 millones, básicamente porque la riqueza personal, que se define como la propiedad de bienes raíces y activos financieros (acciones, bonos y efectivo sufrieron una merma en 2022 (particularmente los últimos), después de una gran expansión durante 2021. Aun así, América Latina sigue dando la nota, ya que unas de las pocas naciones donde los millonarios crecieron fueron México y Brasil. Estados Unidos ahora tiene el 38% de todos los millonarios en una población de 350 millones, mientras que China tiene el 11%, con una población de 1.400 millones.
Hay algo muy interesante en estos años. En 2022, el coeficiente de Gini y la participación de los 1% de lo más ricos ganaron terreno en los países latinos, e incluso en Alemania. Pero lo relevante es que el 50% de los hogares inferiores de la pirámide aumentó su participación en la riqueza durante la pandemia, cuando el Estado colaboraba de manera decidida para palear los males de la destrucción que estaba produciendo el Covid-19.
Como se ve, la derecha no ganó terreno por su generación de odio y la falsa idea de que los trabajadores emprendedores son amos y esclavos de su emprendimiento, y si fracasan es su responsabilidad, aunque sea en disparidad de oportunidades. La concentración del ingreso que permitió el progresismo por inacción o falta de ideas, su colaboración en la perdida de derechos, lo lleva a ponerse a la cabeza de una crisis de representación que seguramente se agudizará y termina por reconvertirlos en algo normal o en vías de desaparecer. Mientras tanto las barbaridades de las decisiones y los dichos de la derecha pasarán a engrosar la larga lista de los archivos de la historia de la estupidez.