Monedas digitales de bancos centrales
Con el advenimiento de la tecnología y, sobre todo, con posterioridad a la crisis del 2007/8 -que sirvió como catalizador-, las nuevas formas de dinero han tomado un sinnúmero de denominaciones: dinero virtual, moneda digital, dinero electrónico, criptomonedas privadas y públicas… Las criptomonedas –denominadas así porque utilizan criptografías- cuentan con diversas características diferenciadoras respecto a los sistemas tradicionales: no están reguladas ni controladas por ninguna institución ni requieren de intermediarios en las transacciones, se usan una base de datos descentralizada, un registro contable compartido -llamado blockchain-, etc.
Las criptomonedas no cumplen con los usos que tradicionalmente se les otorga a las monedas: unidad de medida, medio de pago, reserva de valor. Tampoco cuentan con el respaldo de un Banco Central u otras autoridades estatales por lo que no están cubiertas por mecanismos de protección al cliente como un Fondo de Garantía de Depósitos. Tienen gran volatilidad, por lo que no son confiables en la actualidad como reserva de valor, tampoco son unidad de cuenta porque no existen balances expresados en criptomonedas y, desde el punto de vista transaccional, como medio de pago, son bastante limitadas.
Estas definiciones nos llevan a pensar si en la actualidad, los bancos centrales tienen la capacidad, conveniencia o beneficios en eliminar el efectivo y volverlo virtual. Es decir, no nos interesan las criptomonedas privadas, sino las públicas. El mundo financiero y su realidad parecerían encaminarse a esta lógica. De hecho, las tarjetas de debido y crédito operan como mecanismos virtuales, algunos medios de pagos digitales bancarios, diferentes billeteras virtuales nos permiten realizar compras con beneficios, pero en esos casos, a través de un banco.
Estos bienes económico digitales con propiedades dinerarias son los que vamos a explorar. Aunque es atractivo explicar las consecuencias de poner en práctica una moneda virtual e imaginar los resultados en la lógica financiera actual, también es necesario darnos cuenta que, la implementación de estas criptomonedas públicas denominadas Monedas Digitales de Bancos Centrales (MDBC) no sólo tiene algunas o varios de los atributos del dinero fiduciario, sino también, intentan posicionarse como una alternativa en la guerra de divisas que evite las sanciones experimentadas por algunos países a través de SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) sociedad que establecer procesos comunes y estándares para las transacciones financieras con dominio estadounidense.
Tras la Segunda Guerra, se puso en marcha un nuevo sistema monetario mundial liderado por los Estados Unidos que consagró el dólar estadounidense como única moneda convertible en oro, por lo tanto, como única divisa internacional en Bretton Woods. Lo que se dio a llamar dinero fiduciario, del latín “fidare” que significa “confiar”. El 15 de agosto de 1971 Richard Nixon acaba con la convertibilidad del dólar y le ponía fin al patrón oro mundial. Nace lo que el ministro de finanzas francés, Valéry Giscard d’Estaing, acuñó con el término “privilegio exorbitante” La razón era simple: no había alternativa al dólar.
En la práctica, Estados Unidos puede crear un billete de 100 dólares para poder adquirir bienes valorados por ese importe a cualquier otro país. Mientras que el resto del mundo no puede imprimir esos 100 dólares, sino que los tiene que producir, mediante un bien por ese valor. Es decir, EEUU, puede sencillamente consumir y pedir prestado al resto del mundo más allá de sus medios a medida que los extranjeros adquieren dólares estadounidenses.
Pero hay más, en 1973 se funda en Bruselas el sistema de pagos SWIFT, también llamados de transferencias internacionales. Esta organización que nuclea a 212 países y 11.000 instituciones bancarias, instituciones comerciales, corredoras de bolsa y agentes de sociedades de valores, sistemas de compensación, instituciones de administración de inversiones y muchos otros. Es básicamente, un entramado global de bancos que tiene a cargo una red internacional de comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades. Para las transacciones con el resto del mundo se necesita el BIC (Bank Identifier Codes) generado por el SWIFT, que permite el control por parte de EEUU.
SWIFT posee y administra el sistema BIC, lo que significa que puede rápidamente identificar un banco y enviar un pago de manera segura o anularlo. Entonces la red puede ser usada para comunicar una orden de pago de forma rápida y segura. O si EEUU impone una sanción, ninguna empresa, proveedor o persona podrá depositar, pagar, o retirar dinero, lo que hace que las inhabilitaciones americanas a personas, compañías o países tengan impacto real.
Una encuesta publicada a principios de este año por el Banco de Pagos Internacionales (BPI) encontró que 53 de 66 bancos centrales, es decir el 80% estaban considerando monedas digitales. Desde el 2018 el uso del efectivo físico se encuentra en declive, pero al parecer no sólo su desuso está inclinando la balanza de los bancos centrales a repensar las monedas. La transición inter-sistémica en un mundo multipolar sin una moneda de reserva natural puede estar más cerca de lo que piensan muchos comentaristas y también sus consecuencias.
¿Por qué querrían las autoridades sustituir el dinero en efectivo por una variante digital? Entre otros motivos, la logística del efectivo es cara (emitir, distribuir y retirar efectivo requiere una infraestructura costosa, ventanillas bancarias, cajeros automáticos, etc.), el dinero se deteriora con el tiempo, es sucio y transmite enfermedades, en este momento agravado en pandemia, genera delitos (robos) y falsificaciones, entre otras cosas. Una variante digital sería más eficiente, más limpia y más segura. Además, la guerra de divisas o la geopolítica de las sanciones financieras juegan un papel central en el interés de esta sustitución, veamos un ejemplo de gran imaginación pero que describe una parte del debate a futuro.
La guerra de divisas: una simulación de crisis sobre la Seguridad Nacional.
En un futuro no muy lejano, China se convierte en la primera gran economía en emitir una moneda digital de banco central (MDBC). El desarrollo pasa en gran medida desapercibido al principio, ya que los pagos en China ya están altamente digitalizados. Corea del Norte prueba un misil nuclear que demuestra avances significativos en su programa nuclear. Los analistas creen que esta arma nuclear tiene poder intercontinental para alcanzar a los Estados Unidos en poco tiempo de desarrollo. La simulación incorpora el financiamiento del desarrollo del misil a través de la moneda digital china, que las autoridades estadounidenses no pueden rastrear, fuera del SWIFT. Poco después, los países que quieren escapar de la supervisión y las sanciones de Estados Unidos, como Rusia, Cuba, Venezuela e Irán, comienzan a emitir sus propias monedas digitales.
China opera cada vez más sin efectivo. En 2020, las transacciones sin efectivo ascendieron a 49 MM de dólares, lo que representa cuatro de cada cinco transacciones de pago. El gobierno ha dado un gran salto en tecnología financiera y está listo para extender la prueba de su moneda digital llamada Pago Electrónico en Moneda Digital (DCEP o “yuan digital”).
Ahora, dependiendo de los objetivos, el dinero en efectivo es un tipo de activo muy particular que aglutinaría a cuatro características fundamentales. (I) Se intercambia entre pares (sin conocimiento del emisor), (II) es universal (cualquiera puede tenerlo); (III) es anónimo y (IV) no devenga intereses.
Dada estas características y los objetivos económicos se pueden imaginar cuatro propósitos que tendrían los bancos centrales para emitir dinero digital. 1) Mejorar el funcionamiento de los sistemas de pago al por mayor, 2) reemplazar el efectivo por un medio de pago más eficiente, modelo chino, 3) mejorar los instrumentos de la política monetaria, 4) reducir (o incluso eliminar) la probabilidad y el impacto desestabilizador de las crisis bancarias.
El banco BBVA en su documento de trabajo N.º19 “Monedas digitales emitidas por bancos centrales: características, opciones, ventajas y desventajas” realiza un análisis más pormenorizado de los temas expuestos, donde las opciones pueden combinarse de diversas maneras para generar diferentes modalidades de intervención del Banco Central en la creación de moneda. De las opciones expuestas, las tres últimas son las más disruptivas y por ende más atractivas o seductoras para analizar.
La primera medida, la de mejorar el sistema de pagos mayoristas tiene que ver con alternativas de fiabilidad de los bancos centrales con las transferencias. No tiene sentido discutir la bondades de las compensaciones de transferencias entre Liquidación Bruta en Tiempo Real (LBTR) utilizadas hoy por los bancos centrales o DLT de bloques tipo blockchain utilizadas por las criptomonedas. Este último formato no necesita intermediario. Para quien le interese puede buscar las diferencias de las alternativas y sus costos en la red o en los links expuestos. Las criptomonedas como no necesitan intermediario tienen un costo menor. En El Salvador una de las justificaciones para la aceptación de criptomonedas se basa en la menor comisión en el envío de remesas desde el exterior.
La opción dos, la de sustituir el dinero en efectivo por uno virtual quizás sería la que más rápido pareciera instituirse. Los incentivos para que los bancos centrales desarrollen este nuevo tipo de efectivo pueden mejorarse si se considera que la competencia de las criptomonedas constituye una amenaza para el sector privado. El principal problema aquí es el anonimato. Una cosa es emitir billetes que, por su propia naturaleza, es anónimo -es decir uno va a la feria y paga en efectivo, nadie sabe tu nombre ni el del vendedor- y otra muy diferente es que el Banco Central emitan un medio de pago digital que deliberadamente sea anónimo y que, por lo tanto, sea un canal de pagos ilegales y de actividades delictivas. Por esta razón, la mayoría de los bancos centrales consideran que, en caso de emitir, lo harían según la modalidad de cuenta bancaria como en la actualidad.
La tercera opción “nuevas posibilidades para la política monetaria” es más utilizada en el primer mundo. En la reciente crisis, los bancos centrales reaccionaron con una agresiva expansión monetaria, con mayor profundidad ante la pandemia, pero con tipos de interés cero o negativos. A los bancos centrales les resulta más difícil expandir la liquidez con tipos de interés negativos, sobre todo, porque la gente querrá quedarse con el efectivo si el interés está por debajo de cero. Pero si podrán expandir la liquidez a las empresas para crear nuevas burbujas de manera directa o generando créditos a tasa cero, que tendría que ver con la atractiva cuarta opción.
Si el objetivo de crear moneda es reducir o eliminar la probabilidad de las crisis bancarias, entonces los ciudadanos tendrán que abrir una cuenta en el Banco Central, identificada como en el caso de los depósitos bancarios. De acuerdo con la lógica de esta propuesta, las crisis bancarias son el resultado que la expansión crediticia creada por los bancos. Estos son instituciones apalancas e intrínsicamente frágiles. Si los bancos centrales ofrecieran depósitos a la población en forma de moneda digital, la provisión de pagos se desvincularía de la provisión de crédito y, según esta lógica, se evitaría la mayoría de las crisis bancarias.
De acuerdo con este punto de vista, la tecnología ofrece ahora la posibilidad de desvincular la generación de depósitos de la provisión de crédito; lo cual no es verdad ya que siempre se pudo hacer -según los neo-keynesianos-, pero con los depósitos en el banco central transformando radicalmente el papel de los bancos comerciales y de los bancos centrales. Al estar los depósitos en el BCRA, las corridas cambiarias serian imposibles.
Existen varias alternativas en esta línea de propuestas: los bancos se transforman en entidades de crédito que captan sus recursos en el mercado. En otras, compiten con los bancos centrales por los depósitos. Lo que es cierto es que las redes de seguridad, como el seguro de depósitos y el papel de los bancos centrales como prestamistas de última instancia serían redundantes y podrían eliminarse o reducirse significativamente.
Lo más interesante de esta opción, es lo que los bancos centrales podrían hacer con el dinero depositado. Préstamos al gobierno o compra de deuda pública. De este modo se abriría la posibilidad de una financiación del sector público. Deposito en cuentas de particulares ante expansiones fiscal, por motivo de pandemia, por ejemplo, sin utilizar. Compra de reservas, préstamos a entidades financieras para desarrollo. Se abriría una gran ventana de opciones.
Por su parte, en la guerra de divisas, el gobierno estadounidense impone sanciones económicas a los países que no actúan según el orden que EEUU. Países como Rusia, Irán, Libia, Corea del Norte y Venezuela han sido sancionados económicamente e impedidos de usar el sistema SWIFT quedando con ello imposibilitados de importar y exportar en el mercado internacional formal: ninguna institución financiera del mundo puede facilitar transacciones monetarias con estos países.
Tanto Rusia y China vienen implementando mecanismos para impulsar y desarrollar sus transacciones comerciales en sus propias monedas: rublos y yuanes. Ambos han reducido significativamente sus reservas internacionales denominadas en dólares y las viene reemplazando por oro, euros y yuanes. Así también, Rusia, China, India, Irán y Turquía vienen proponiendo una red financiera global alternativa al SWIFT para evitar el control estadounidense. Las monedas virtuales con respaldo de los bancos centrales podrían ser una alternativa, para escapar y comerciar con medios de pagos acordados por los gobiernos en lo que será central en el futuro, acuerdos comerciales en monedas propias y si son digitales mejor.
Lo que queda por estudiar son los niveles de señoreaje que perderían los gobiernos con estas emisiones. Y a pesar de que, el dólar no ha modificado el nivel mundial en su demanda, también queda por ver, si su hegemonía sigue viva.