8M: un día más necesario que nunca
El 8M no es un día de celebración, es un día de reivindicación en el que damos visibilidad a todas las que sufren, o a todas las que ya no pueden hablar.
Mónica, 28 años, estrangulada por su pareja (también su hija de 3 años). Olga, 61 años, asesinada por su pareja con 4 disparos. Judith, 29 años, asesinada a tiros por su ex pareja. Liliana, 43 años, asesinada a puñaladas por su ex pareja frente a sus hijos de 13 y 11 años. María Concepción, 73 años, asesinada a puñaladas por su marido. Manuela, 79 años, asesinada a cuchilladas por su marido. Rosa, 40 años, asfixiada por su pareja. Y así una lista con 38 mujeres más sólo en el año 2020 (según el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España).
A veces es importante que veamos estas noticias como lo que son, con nombre, apellidos, familia, y no sólo como unas cifras que van aumentando cada mes como si de una lista de objetos se tratara. A veces es importante que nos paremos a reflexionar, y si nosotros/as hemos sufrido durante este año a causa de la pandemia, imaginemos a esas mujeres que han tenido que pasar meses encerradas en casa con su agresor, sin poder ver a nadie más.
Según la OMS, 1 de cada 3 mujeres han sufrido violencia física y/o sexual en algún momento de su vida, lo que supone un 35% de las mujeres del mundo (y no debemos olvidar las agresiones psicológicas, que también existen y son igual de potentes). La mayoría de estas mujeres han sufrido violencia por parte de su pareja, otras por parte de su ex pareja, y otras por otro hombre aleatorio.
Resulta duro pensar que la mitad de la población mundial vive con miedo cada día, pero peor es que haya quien dice que “la violencia no tiene género” o que el 8M tiene que pasar a ser el Día de las Víctimas por el Coronavirus. También da que pensar que este tipo de violencia cada día se extienda más a los más jóvenes, y que los/as adolescentes lo asuman como una obviedad o algo completamente normal.
Por todo esto, es más importante que nunca educar y concienciar a los/as más pequeños de que todos y todas somos iguales, que nadie tiene un derecho sobre nadie, y que pueden vivir en la libertad de decidir quiénes quieren ser. El 8M no es un día de celebración, es un día de reivindicación en el que damos visibilidad a todas las que sufren, a todas las que ya no están, y mostramos al mundo que sin nosotras, todo se para.
Este año no hemos podido manifestarnos en las calles igual que los años anteriores, pero hemos demostrado de la misma manera todo lo que queríamos expresar. Tenemos que recordar nuestra historia, si no estaremos condenados a repetirla: hace apenas 40 años no podíamos abrir una cuenta bancaria sin la autorización del marido o del padre, no podíamos aspirar a más que ser amas de casa y madres, no teníamos ningún tipo de independencia legal. Y es por eso que, ahora más que nunca, debemos seguir con nuestras reivindicaciones, debemos seguir luchando, para no perder los derechos que ya hemos conseguido y para que las siguientes tengan el camino un poco más fácil.
Es cierto que para ir avanzando es indiscutible el apoyo de la Administración Pública: un primer paso, en lo que a las instituciones se refiere, es el dado en los Presupuestos Generales del Estado de 2021, donde el Ministerio de Igualdad recibiría unos 451 '42 millones de euros, 270 millones más que en los PGE del anterior Gobierno de 2018.
Además, España se encuentra en el top 10 mundial de presencia de mujeres en puestos directivos: se están rompiendo techos de cristal, lo estamos haciendo, pero por eso no podemos bajar la guardia. No se puede permitir que nadie, ni ninguna organización política, quiera retroceder después de todo lo que nos ha costado avanzar.
Por eso, ahora más que nunca, tenemos que seguir adelante, conquistando derechos, recuperando el espacio que nos han quitado durante tantos años.
Hagámoslo por nosotras, por ellas y por las que ya no están.