La pérdida de la lealtad en política
Pero, lo que pasó con Pablo Casado, ¿es también falta de ética y de moral? ¿Su liderazgo ya estaba caduco o, quizás, les estorbaba que denunciara un caso de corrupción?
Yo no siento la menor simpatía política por Pablo Casado, no me identifico en nada con él y no me ha parecido un buen jefe de la oposición durante estos años. Las descalificaciones al Gobierno de España en su conjunto, y a los miembros del Gobierno por separado, han sido constantes, día tras día, en cada una de sus intervenciones.
Pero, creo que lo que ha pasado durante estos días en el Partido Popular es de una maleza sin precedentes. Está claro que otros partidos han tenido crisis internas, es algo normal cuando hay diversas sensibilidades en la militancia. Aunque, en este caso, ha sido distinto.
Las crisis que atravesaron años atrás el PSOE y Podemos fueron de confrontación de ideas, de proyectos, se elegía qué camino iba a seguir el partido en tiempos venideros. Esta última semana en el Partido Popular han presionado y expulsado a su Presidente por destapar un caso de corrupción de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (que, no olvidemos, ayer mismo confirmaron que su hermano se había llevado más de 200.000€).
Los que hace dos semanas afirmaban que Pablo Casado era poco menos que la “salvación de España”, en estos días le han “dado la patada” y le presionan para que deje su puesto, dejando su imagen pública (aún más) por los suelos. Pero no sólo se contentaron con eso, sino que en la última sesión de control al Gobierno del señor Casado, toda su tribuna se levantaba a aplaudirle. ¿Alguien entiende algo?
El Partido Popular, en mi opinión, ha dejado claro cuál es su modo de hacer política, y no es precisamente la de adultos como decía el señor Rajoy, y también mostraron de un modo muy evidente cómo la lealtad en política, últimamente, vale muy poco.
Considero que es una imagen desoladora para la gente que de verdad quiere cambiar la vida de la gente, para la gente que tiene ganas de involucrarse en un proyecto político, sea cual sea, y para los que nos lo tomamos en serio.