¿ Podemos escoger el modo de vida que queremos?
Antes de nada: ¿nos paramos realmente a pensar qué es lo que queremos? ¿cómo nos gustaría nuestra ciudad? ¿nuestro barrio? Y en el caso de que realmente pensemos seriamente en esto, ¿hacemos algo para conseguirlo?
Nuestro ideal de convivencia: ¿es nuestro teléfono móvil? ¿la compra en una gran superficie? ¿una calle sin escaparates, llenita de coches, con vecinos que ni nos miran, pues van escribiendo un whatsapp?
Mis queridos vecinos, hemos llegado a esto sin darnos cuenta, sin pensarlo, como corderitos.
Y no hay la menor duda de que la tecnología es buena, claro que es buena, como es bueno el vino, o el agua, o el deporte, pero no es buena: la borrachera, ni ahogarse, tener un infarto corriendo sin preparación.
Tenemos que pararnos a pensar, que no piensen por nosotros, ni los políticos y el gran capital pueden tener el timón de nuestras vidas, hay que armonizar, no despreciemos lo tradicional, lo humano, ni nos atontemos con la modernidad.
Los abrazos démoslos con nuestros brazos, las sonrisas con nuestras caras, que la tecnología no nos emborrache, ni nos ahogue.
Y cuando compremos pensemos adónde va nuestro dinero, si se queda en nuestro entorno o va a llenar bolsillos ya repletos o bolsillos extranjeros.
El gran-pequeño comercio, el comercio-vecino, representa un modo de convivencia, un barrio vivo, dinámico, alegre...
Si los vecinos miramos para otro lado, si no armonizamos nuestras compras, sin duda podremos seguir comprando, pero no en el barrio, pues hemos escogido la otra forma de vida. Seremos nosotros, los vecinos, los que cerramos nuestras tiendas, pero que sea nuestra decisión. FELIZ 2019.