¿Refugiados?

Se calcula que más de un millón de personas han entrado a Europa para solicitar derecho de asilo. Cada día siguen llegando más. En septiembre del año pasado, los dirigentes europeos decidieron atender a sólo 120.000 peticiones en los próximos dos años. A España le correspondían 16.000. Cinco meses después, sólo han llegado 18 personas. ¿Qué está pasando?

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No son tantos

Mirando las previsiónes más exageradas, (según el Frontex), habrían entrado un millón y medio de personas... en un espacio habitado por 508 millones de habitantes. Algo así como si en un pueblo de 508 habitantes hubiera llegado uno nuevo.

Sin embargo, el lenguaje utilizado (“migraciones masivas”, “avalancha”, “crisis humanitaria”, etc.) hace pensar en grandes fuerzas de la naturaleza imposibles de controlar por el ser humano. 

Se han llegado a alzar voces alertando del peligro de la pérdida de identidad europea, algo ridículo si atendemos a la proporción. Sin embargo, la respuesta de los dirigentes europeos sí pone en peligro los valores humanistas de Europa. El derecho de asilo está recogido en el artículo 14 de la declaración de Derechos Humanos y en el artículo 18 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. El asilo es un derecho y hay que reconocérselo a quien le corresponda.

Las cuotas

Sin embargo, en septiembre del año pasado los dirigentes europeos, aparentemente alarmados por la “tragedia humanitaria” se  reunieron y terminaron hablando de “cuotas”. Establecieron que en dos años se repartirían 120.000 solicitantes de asilo, 66.000 durante este primer año: 2016.

¿Qué pasaría entonces con los demás? Si preveían un millón y medio de personas que llegaban y sólo iban a atender a 120.000 ¿qué pasaría con un millón trescientos mil? ¿Alguien puede pensar que se les pasaban por alto?

El mar, un cementerio

Por otro lado, siguen llegando personas todos los días, con mucho sufrimiento y ya parece normal lo que en su día el Papa llamó “vergüenza”: la muerte en los mares Mediterráneo y Egeo de familias enteras que tienen que arriesgar su vida para llegar a Europa. ¿Y por qué tienen que arriesgar su vida? Por la sencilla razón de que la Unión Europea mantiene una política de fronteras cerradas que les impide llegar con normalidad. 

¿No sería más razonable, en una situación tan excepcional flexibilizar la cerrazón de fronteras para impedir la muerte de miles de personas. El año pasado murieron así más de 30.000 personas y, en lo que va de año, han muerto ya más de 400.

La política de fronteras cerradas

En todas las reuniones habidas hasta la fecha, no se han adoptado medidas de protección para las personas solicitantes de asilo; se han tomado medidas para proteger las fronteras. Se ha llegado a hablar de un ejército europeo de fronteras. Internamente se han cerrado fronteras que estaban abiertas desde el Tratado de Schengen, se han llegado a poner alambradas y varios países han legislado para penalizar con multas a quienes crucen sus fronteras. Otros han confiscado sus bienes a los solicitantes de asilo al estilo de lo que se hacía en los campos de concentración nazis. 

La preocupación de los dirigentes europeos no es pues, dar respuesta a este drama humano, ni siquiera salvar vidas. Su preocupación es frenar la entrada a Europa de los solicitantes de asilo.

Comenzaron distinguiendo a los refugiados de los “migrantes económicos” y poniéndose de acuerdo en realizar deportaciones rápidas de estos últimos. Como la ley no obliga a atender a quien huye del hambre o la enfermedad...

Luego, las trabas burocráticas han enlentecido hasta lo exasperante la atención a estas personas, hasta el extremos de que en España sólo han sido recibidas 18 personas en estos cinco meses.

Millones de personas se han manifestado en toda Europa para exigir lo mínimo que se debería garantizar: un pasaje seguro para las personas desplazadas. 
Tal vez, lo que está naufragando es el proyecto de una Europa unida.... Mientras tanto se habla de “refugiados” refiriéndose a personas a las que no se les ha dado refugio.