Mundo sin Guerras y sin Violencia | nota de prensa
La renuncia a la guerra y el conflicto en Afganistán
Esta declaración no pretende ser un análisis geopolítico del conflicto, sino enfatizar en una mirada humanista sobre los conflictos armados en general partiendo de éste en particular, con un enfoque distinto a lo escrito hasta ahora.
Ha quedado demostrado una vez más que en esta guerra, como en todas, hay sólo perdedores, los civiles que se ven obligados a arrancar de la violencia armada convirtiéndose en refugiados, dejando abandonadas su vida y sus hogares, cuando no resultan muertos y heridos en sus propios pueblos casi sin posibilidades de curarse. Lo hemos visto en Siria, Irak, Libia, Yemen y ahora en Afganistán.
Afganistán queda desolado, convertido en ruinas, con cientos de miles de muertos y heridos, y millones de emigrantes. La población queda presa del hambre y abandonada a su suerte por la pandemia del COVID. Un país que tenía cultivos de algodón, queda ahora convertido en un narco-Estado con extensos cultivos de amapola adormidera, fuente del opio, y también marihuana. El terrorismo que se pretendía combatir en el marco de la guerra contra el terror, recrudece como nunca antes, cobrando renovada fuerza. En términos políticos el país queda igual que antes de la invasión, en manos de los talibanes, acusados de los atentados del 11-S en Nueva York, aunque las investigaciones han arrojado que la mayoría de ellos eran sauditas.
La organización, que aboga por un mundo sin guerras y sin violencia, insiste en que las guerras son un recurso ilegítimo que debiera declararse ilegal por parte de Naciones Unidas, así como toda intervención militar en territorios extranjeros, las cuales sólo debieran autorizarse por un Consejo de Seguridad democrático, con fuerzas multinacionales tendientes a superar severas crisis humanitarias, jamás por conflictos territoriales o geopolíticos, disputas que deben ser resueltas por la Corte Internacional de Justicia.
Si las naciones persisten en su intento con intereses seudo-colonialistas, y unilateralmente o a través de alianzas como la OTAN invaden otros países, sostiene Mundo sin guerras Chile, la realidad humana a nivel planetario se va a seguir deteriorando generando millones de migrantes, sumiendo en la pobreza a gran parte de la humanidad y provocando atroces problemas de derechos humanos en las zonas de conflicto. La humanidad ya no se puede permitir esta suerte de conflictos en un planeta que reclama urgentemente una preocupación conjunta por el medio ambiente producto del cambio climático y el aumento de la temperatura de la tierra. Y la guerra va en la dirección contraria contaminando el medio ambiente en forma escandalosa.
Mundo sin guerras y sin violencia Chile estima que las guerras modernas constituyen un atropello inaceptable a todos los derechos humanos comenzando con el más importante de todos: el derecho a la vida y a la seguridad humana, pero también un atropello inexcusable a los derechos del niño y de las mujeres. A estas alturas de la evolución humana es inaceptable que se considere a ciertas personas, los enemigos, como seres humanos de segunda categoría, a los cuales se puede asesinar mediante bombas, balas y misiles, destruyendo además su casa y su pueblo. Esto lo atestiguan los cientos de miles de personas asesinadas en Afganistán, como en todo el Medio Oriente con sus pueblos destrozados por las bombas. El pensar que con la salida de Afganistán se acaba la guerra y llega una paz duradera a la región es una quimera porque las fuerzas invasoras generaron odiosidades atroces, o se puede presumir acaso vanamente que aquellos niños que fueron asolados por las bombas, a quienes destruyeron su casa y mataron a su familia van a crecer sin ese resentimiento feroz que los va a llevar a vengarse de los invasores?
Tal vez se pueda entender de alguna manera, continúa diciendo Mundo sin Guerras Chile, que como un acto de venganza ciega por los atentados del World Trade Center se haya invadido Afganistán y perseguido hasta la muerte a su líder talibán Osama Bin Laden, pero haber permanecido allí durante veinte años carece de toda justificación, y da origen a las más diversas especulaciones. Es posible que Estados Unidos jamás haya querido ganar la guerra en Afganistán, ni tampoco en Siria e Irak, sino que los verdaderos objetivos siempre han sido estrictamente económicos, siniestros intereses que el mismo Edward Snowden explica como una suerte de desvío de recursos de los impuestos de los estadounidenses, una suerte de lavado de dinero supuestamente lícito, pero escandaloso. En todo caso lo único realmente cierto y claro es que los verdaderos ganadores son siempre los productores de armas, el complejo militar industrial que ganó billones de dólares con el conflicto, y que vendió armas no solamente a los beligerantes, sino que a todo el mundo que se sintió viviendo en un mundo inseguro e inestable, en una carrera armamentista mundial explosiva. Es muy probable que este sea además la verdadera utilidad de todas las guerras, y por eso se esfuerzan en prolongarlas innecesariamente.
La renuncia voluntaria a la guerra que propugna Mundo sin Guerras Chile implica un respeto irrestricto por los derechos humanos de todas las personas, cualquiera sea su raza, religión, ideología política, género y orientación sexual. Implica respetar a toda la humanidad, independientemente de que sean sus adversarios, respeto que significa no agredirlo, ni dañarlo ni matarlo por ninguna razón.
La renuncia a la guerra requiere del fomento de las confianzas entre todos los pueblos, de la concepción del otro como un igual y no como un inferior al que se puede atacar impunemente, necesita de un sistema de justicia internacional democrático y potente al que todos deben jurar obediencia.
El término de las guerras ocurrirá, finaliza esta organización, cuando los países renuncien a la idea de los nacionalismos imperialistas, y lo reemplacen por un multilateralismo en que todos se reconozcan como iguales, con los mismos derechos y necesidades, y que como consecuencia se aboquen a trabajar en conjunto para resolver los grandes problemas de la humanidad, y que en forma colaborativa hagan emprendimientos conjuntos en la explotación sustentable de los recursos naturales. De esa forma todo el mundo podrá satisfacer sus necesidades sin conflictos armados de por medio que sólo generan hambre, pobreza, derroche de recursos, desastre ecológico, sufrimiento y muerte. Hay todo un mundo que ganar con este nuevo paradigma, no sólo en términos económicos, sino también sociales y espirituales.