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España es el tercer país del mundo con más ciberamenazas
Malwares, ransomware, phishing… Los nombres nos suenan, pero ¿conocemos exactamente qué significan y cuál es la amenaza real?
En nuestro país en 2021 se registraron más de 305.000 delitos informáticos, según los datos del IX Informe sobre la Cibercriminalidad en España, realizado por la Dirección General de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad del Gobierno de España. De este total fueron tan sólo 46.141 los esclarecidos y 13.801 los que tuvieron como consecuencia la detención de alguno de los criminales. Unos datos que obligan a prestar especial atención a lo que sucede en la red y a conocer los métodos más comunes en esta clase de delitos.
Desde el 2017 el número de ataques ha aumentado considerablemente. La cifra exacta de los hechos conocidos en 2021 asciende a 305.477, lo que supone un 6,1 por ciento más con respecto al año 2020. De este total, el 87,4 por ciento corresponde a fraudes informáticos y el 5,7 por ciento a amenazas y coacciones por parte de los ciberestafadores.
3 de cada 4 estafas nos llegan por correo
La empresa de ciberseguridad Eset, por su parte, colocó a España en el puesto número 3 del ranking de países del mundo con más ciberamenazas, sólo superado por Turquía y Japón. En su estudio, referente al segundo cuatrimestre de 2022, afirman que 3 de cada 4 casos de estafas por internet se producen mediante malwares recibidos por correos electrónicos.
Un malware es cualquier programa o código malicioso que es dañino para los sistemas. Este, intenta invadir, dañar o deshabilitar ordenadores, sistemas informáticos, redes, tabletas y dispositivos móviles, a menudo asumiendo el control parcial de las operaciones de un dispositivo.
Este tipo de software malicioso puede llegar a nuestro dispositivo de distintas formas: Por ejemplo a través de un archivo ejecutable que nos aparece en un correo electrónico o, incluso, al descargarte una APP fraudulenta. Una vez ha infectado el dispositivo, podrá llevar a cabo distintas operaciones como suplantar la identidad o secuestrar datos para utilizarlos o pedir un rescate. Estos últimos, en los que el ciberdelincuente toma el control del aparato para cifrar datos, bloquear la pantalla, etcétera; para después extorsionar a la víctima, son los conocidos como ransomware.
En el caso de los dispositivos móviles, son frecuentes los troyanos bancarios, sobre todo en los que tienen sistema operativo Android. Estos, suelen enviarse a través de SMS y mediante enlaces que infectan el smartphone para acceder a los datos de las cuentas y tarjetas bancarias.
El comercio electrónico también tiene sus propios riesgos, sobre todo relacionados con el phishing. Este consiste en un engaño en el que el ciberdelincuente se hace pasar por una empresa, entidad o persona; ganándose su confianza para que haga algo que no debería. Las webs de phishing, por ejemplo, emulan ser alguna página conocida, para que la víctima ponga sus datos bancarios y robarle sus credenciales para acceder a sus cuentas. También pueden hacer que el usuario engañado se descargue una APP maliciosa que funcionará como un malware.
Utilizar internet implica tener una clase de conocimientos acerca de su uso y sus peligros que, en muchas ocasiones, nos falta. Por eso es imprescindible poner atención a las operaciones que realizamos en línea, quién se comunica con nosotros, qué hacemos con nuestros datos… Un sinfín de cuestiones que pueden parecer anecdóticas, pero que conllevan información sensible de nuestra vida. Los delitos informáticos no sólo son económicos, en ocasiones son contra derechos como el honor, la intimidad, la propia imagen… Incluso crímenes de índole sexual. Por eso debemos de hacer un uso responsable de la tecnología y seguir profundizando en nuestra formación al respecto.