Diversidad LGTBI
“Pero había derechos que yo no tenía”: Fito Ferreiro socio fundador de Alas A Coruña
Fito Ferreiro nació en A Coruña en 1962. Creció en nuestra ciudad y lleva aproximadamente 30 años de esfuerzo y lucha en ella para alcanzar la igualdad real de las personas LGTBI.
Desde muy joven entendió que las cosas eran diferentes para él, aunque no hubiera hecho nada para ser considerado un ciudadano de segunda. Ese convencimiento y la intención de hacer del mundo un lugar en el que las siguientes generaciones no tuvieran que sufrir como lo hizo él, fue su inspiración para convertirse en activista. En 2010 participó en la creación de Alas A Coruña, una asociación que lleva desde aquel momento siendo un referente en la reivindicación y la protección de los derechos del colectivo LGTBI.
En España, hasta el 26 de Diciembre de 1978, la homosexualidad se consideraba una práctica delictiva que constituía una peligrosidad social. Las personas LGTBI eran perseguidas legal y socialmente. La ley en su artículo 2 rezaba así: “Serán declarados en estado peligroso, y se les aplicarán las correspondientes medidas de seguridad y rehabilitación (...) los que cometan actos de homosexualidad.”. Las penas que se aplicaban con esta ley llegaban a la privación de libertad de hasta 5 años en cárceles o manicomios.
Este era el panorama en el que Fito crecía y en el que tenía que desarrollarse como persona. Un panorama del que recuerda frases como: “Prefiero que mi hijo sea ladrón, antes que maricón.” Para cuando desapareció el precepto de la homosexualidad de la ley de peligrosidad social, Fito tenía 16 años: “La adolescencia se nos roba. En la adolescencia es cuando tú te estás creando, cuando tienes dudas y no sabes aún quién eres... No disfrutamos de la adolescencia porque te notas diferente. Yo me sentía diferente. Lo que haces es meterte en un armario y te quedas solo.”
A medida que Fito crecía se fue dando cuenta de que, siendo un ciudadano exactamente igual que los demás, no contaba con los mismos derechos. Pese a que la constitución española de 1978 ya recogía un artículo que reconocía que todos los españoles son iguales ante la ley sin que puedan prevalecer discriminación por razones como el sexo o la orientación sexual; en la práctica había derechos civiles que quedaban secuestrados, como el matrimonio. “Yo me consideraba una persona igual que las demás: trabajaba, pagaba mis impuestos, hacía la compra en el super de al lado... Pero había derechos que yo no tenía. La sociedad me trataba mal, me trataba con insultos. Yo no había hecho nada para recibir ese trato.”: Relata Fito.
“Era ciudadano de segunda”
Los 90 significan un cambio en el mundo y también en la vida de Fito. Es entonces cuando decide entrar en el activismo. “Empecé en la lucha por esos dos motivos: para que nadie tenga que sufrir lo que sufrí yo y porque era ciudadano de segunda.” Fito entró a formar parte del colectivo Milhomes, uno de los pocos que existían en Galicia y una referencia en A Coruña para el activismo LGTBI.
No eran años sencillos para el colectivo Milhomes. Las administraciones gallegas y coruñesas estaban gobernadas por personas que si no se mostraban radicalmente en contra de sus reivindicaciones, simplemente miraban a otro lado. “Era muy difícil llegar a cualquier acuerdo con una institución para que te ayudara. Era dificilísimo y lo veías negro”: Explica Ferreiro. Desde la derecha más conservadora hasta la izquierda más tímida en cuestiones sexuales y pasando por unas autoridades eclesiásticas con todavía cierto poder y con posturas radicales al respecto, las personas que se dedicaban al activismo LGTBI estaban solas. Fito cuenta que hubo tres triunfos de los cuales se siente personalmente orgulloso y que considera fueron importantes: “Nos manifestamos mucho contra el arzobispo de Mondoñedo, que decía cada barbaridad que era bestial. También dimos charlas en centros escolares, hubo un año que llegamos a dar 86... A mediados de los 90, que era complicado. Además colaboramos con el ayuntamiento de A Coruña en la ley de parejas de hecho. Creo que esas fueron las tres grandes cosas que hicimos.”
Otro gran hito para la lucha a favor de los derechos de las personas LGTBI fue la aprobación del código penal de 1995, donde se introduce como agravante de delito la homofobia. La orientación sexual y la identidad de género ya no solo no eran delito, además quedaban protegidas. Poco a poco se dejaba el campo abonado para que en los años venideros el odio pudiese ser derrotado. El nuevo milenio trae consigo algunos cambios nada desdeñables en el marco de la normalización del colectivo LGTBI. La sociedad española, a medida que progresa en otros ámbitos, comienza a abrirse de miras y a entender cada vez más a las personas del colectivo. “En el 2003 ya empezó el cambio, empezamos a vivir otra etapa.”
El gran triunfo llegó en el 2005, cuando el gobierno de Zapatero aprobó la ley de matrimonio igualitario, posicionándose como el tercer país del mundo, después de Holanda y Bélgica, en dar luz verde a las bodas entre personas del mismo sexo. “Yo nunca pensé que me podría casar... que podría estar viviendo con mi pareja legalmente y que podría ir al médico y ser mi pareja la que firme y no mis padres o mi hermano.”: Explica Fito. Aquel año fue uno de los más extraordinarios en España para las personas LGTBI. El orgullo de Madrid, que llevaba celebrándose desde 1979, alcanzó por primera vez los 2 millones de personas asistentes. Un hecho que le valió a España para convertirse en la capital europea del orgullo y consolidándose solo detrás de San Francisco, como la ciudad con la marcha más multitudinaria a favor de los derechos sexuales.
Sin embargo este año también significó el fin de Milhomes. El colectivo se disolvió por diversos motivos. Sus participantes se separaron y continuaron con el activismo de formas diferentes. Fito, por su parte, esperaría a 2010 para fundar Alas junto a otros compañeros. “Empezamos con poquitas cosas... Dando charlas, organizando un cineforum... Empezamos a colaborar con los diferentes gobiernos del ayuntamiento para organizar los orgullos y otras cosas.”: relata Ferreiro.
“Decidimos crear Alas. Necesitábamos un colectivo en la ciudad que no fuera partidista. Sí hacemos labor política, porque desde el momento que estás en la calle haces labor política, pero sin casarnos con ningún partido.” Así nace Alas A Coruña, una asociación radicada en la ciudad herculina cuyo objetivo principal es velar por los derechos de las personas LGTBI. Reivindican la libertad afectiva y sexual y su trabajo se dirige a conseguir la igualdad real del colectivo.
“Sigue existiendo odio”
Alas realiza tres funciones principales: Su labor técnica mediante el observatorio, formación a través de charlas en diferentes instituciones y creación de espacios de convivencia, diálogo y debate acerca de los temas de interés de la comunidad LGTBI.
Mediante el Observatorio Coruñés Contra la LGTBI fobia Alas realiza un servicio dedicado a la escucha, asesoramiento, registro y denuncia de los incidentes o delitos de odio con un componente LGTBIfóbico: “Tratamos casos de toda Galicia. Hablamos con gente que tiene problemas, la acompañamos y, si es necesario, la ayudamos a poner una denuncia. Tenemos un abogado que es socio y sabemos cómo tenemos que hacer las denuncias por delito de odio”. Si tiene problemas psicológicos la derivamos a un especialista.... O simplemente charlamos con esa persona para que sepa que no está sola y que no es la única.” Desde el observatorio también han surgido diferentes proyectos de vital importancia para Alas. Como Colonia y el Punto Cero. El primero es un programa de pares con diferentes problemáticas en común que se reúnen para trabajar en la resolución de sus conflictos y encontrar salidas a su situación. El segundo se trata de una iniciativa para esas personas que están descubriendo su identidad o su orientación y todavía no saben o no pueden expresarlo.
En cuanto a la formación, Alas ofrece charlas en institutos, colegios, administraciones públicas... “Algo que tenemos pendiente con el ayuntamiento de A Coruña es que los funcionarios no hagan preguntas como si tienes marido o mujer... Si tienen que preguntar, que pregunten ¿Tiene cónyuge? Que hay funcionarios que ya lo hacen porque conocen, porque nos han escuchado y porque hemos dado charlas.” Narra Fito.
La última función principal que ejerce Alas está centrada en el mundo social: “Organizamos actos como cenas, fiestas, el orgullo... Eventos donde nos podamos conocer, socializar y humanizar... También hacemos exposiciones, por ejemplo. En A Coruña son bastante conocidas las jornadas Dinamizalas que organiza la asociación dos veces al año y donde todo el mundo puede a acudir a charlas que tratan temas al respecto del colectivo.
El papel de Alas, como indica Fito, también es político. Como colectivo y como activistas, los socios de la entidad tienen objetivos dirigidos a plantear debates, introducir cambios en la ley y apoyar iniciativas que estén en línea con sus reivindicaciones: “Llevamos a cabo una acción política por medio de denuncias públicas, manifestaciones, debates en periodos electorales... Nos sentamos con los partidos políticos y con los gobiernos. Es nuestra parte de reivindicación.” En la actualidad, sin ir más lejos, Alas A Coruña está realizando una campaña a favor de la nueva ley de identidad de género.
En el 2020, incluso con la situación derivada de la pandemia, Alas realizó 47 actos. Una cifra de la que la asociación y el mismo Fito se muestran muy orgullosos. Sus actividades fueron muy importantes para algunas personas que, socios o no, sufrían más que los demás la situación de encierro por el confinamiento: “En la parte dura de la pandemia y ahora también, los miembros llamaban a cinco o seis personas... A las personas que estaban más solas o en riesgo de exclusión.... Para preguntarles cómo estaban, si necesitaban algo. Sobre todo para que se sintieran acompañados. No hemos parado durante la pandemia, hay cosas que no hemos podido organizar, pero no hemos dejado de trabajar.”
Otro de los grandes logros de Alas durante este último año ha sido el de poder tener un local propio. Y, aunque todavía quedan cosas por mejorar del espacio, al menos pueden contar con un lugar en el que trabajar mejor y en el que los técnicos desarrollan sus tareas con más comodidad. Todavía faltan unos días para que termine la colecta que Alas está haciendo para mejorar ese espacio y en la cual puedes poner tu granito de arena solo con un euro.
En la actualidad la situación en España para las personas LGTBI ha mejorado considerablemente. La cultura, la sociedad y las leyes han dado grandes pasos hacia la consecución de una igualdad de derechos y libertades para estas personas. El Rainbow Rank coloca a España como el 7º país de Europa más amigable con el colectivo. No obstante y pese a todos los avances en el año 2013 la organización Movimiento contra la Intolerancia en España estimó una cifra de 452 agresiones por motivos de orientación sexual. A demás la Agencia de Derechos Fundamentales de las Unión Europea calcula que el 90% de los delitos de odio no son denunciados.
Fito advierte de que sigue existiendo odio y fobia contra el colectivo LGTBI, aunque sea menor la cifra de agresiones y pese a que se haya mejorado mucho: “Sigue existiendo odio. Si no existiera no tendríamos el observatorio. Sigue existiendo y en el observatorio se nota.” Desde Alas consideran que hay que seguir trabajando para visibilizar al colectivo y educar en la diversidad.
“Yo creo que Coruña está bien. Salvo ciertas excepciones, en general yo creo que es una ciudad segura. Aunque yo lo que echo de menos es más compromiso de la clase política. Es difícil que hagan políticas a nuestro favor. Así valora Fito la situación de nuestra ciudad al respecto de la convivencia y el respeto a las personas LGTBI. Hay espacio todavía para la mejora y está en nuestras manos colaborar y apoyar a asociaciones como Alas que buscan construir una ciudad donde quepamos todos, sin odio ni miedo.