Comercio de barrio
Marta Relojería: la historia de una vida y un negocio con alma
“Yo nací en La Coruña hace 47 años y empecé a trabajar muy joven, pero lo que realmente marcó mi vida fue el taller de mi madre. Allí hacíamos cristales para relojes. Era pequeñito, pero teníamos clientes por toda Galicia y más allá. Fue donde aprendí todo”, me cuenta mientras ajusta un reloj de pulsera en su mostrador.
De trabajar con su madre a volar sola
Marta y su madre trabajaron juntas durante 23 años. Era un negocio familiar donde las decisiones se tomaban en conjunto, pero hace dos años Marta decidió dar un paso importante: su madre se jubiló y ella asumió el mando completo. Cambió el local a uno más pequeño, lo reformó y lo convirtió en un lugar con su sello personal.
“El cambio era necesario. Quería un espacio que reflejara lo que soy, algo más mío. Le puse mucho cariño, y parece que a la gente le gusta porque siempre me dicen que es acogedor, que invita a entrar. Eso me hace muy feliz”, cuenta mientras busca un grabado especial que tiene preparado para un cliente.
La magia de la personalización
Si algo distingue a Marta, además de su habilidad con los relojes, es cómo convierte objetos comunes en regalos únicos. Ella lo llama personalizar, pero es mucho más que eso. “La gente viene con ideas: un dibujo de su hijo para grabar en un llavero, una frase especial para una pulsera, o incluso una foto para poner en un reloj. Y yo lo hago. Es especial porque cada pieza tiene una historia”, explica con orgullo.
“No suelo repetir trabajos. Cada cliente quiere algo distinto, y me encanta esa parte creativa de mi trabajo. Hacer que lo que imaginen se vuelva realidad”, dice mientras me muestra un reloj con una dedicatoria grabada que un cliente encargó para su abuelo.
Un negocio con alma
Marta es feliz con lo que ha logrado. Aunque reconoce que emprender sola no es fácil, también dice que nunca se ha sentido sola del todo. El barrio siempre ha estado ahí para apoyarla. “Es increíble la acogida que tuve cuando abrí el nuevo local. La gente me conoce desde hace años, y ahora vienen, me cuentan sus historias y confían en mí para sus proyectos. Eso no tiene precio”.
Después de 23 años, Marta sigue haciendo lo que ama: reparar y personalizar relojes y joyas, grabar recuerdos en colgantes, pulseras o artículos que el cliente elige en su tienda... y atender a sus vecinos con esa cercanía que la caracteriza. Y quizás ahí está la clave de su éxito: más que un negocio, lo suyo es una pasión compartida con quienes entran por la puerta.
Si pasas por el barrio y ves el cartel de Marta Relojería Grabados y Complementos, entra. No solo encontrarás relojes y regalos personalizados, también encontrarás a Marta, alguien que siempre tiene tiempo para escucharte y ayudarte.