Personas refugiadas
Refugiado sirio abre clínica en Turquia para ayudar a refugiados con discapacidades
Pressenza | 15.10.2019 - Gaziantep, Turquía - MigraMundo | Por Alethea Rodrigues / Traducción de Pressenza
Zakreia Al Mohammad dejó Siria en 2015, en plena guerra, y se refugió en Turquía, en la ciudad de Gaziantep, cerca de la frontera con su patria. Debido a problemas personales, se separó de su esposa después de unos meses. Sacudido por el divorcio y obligado a dejar atrás todo lo que había logrado durante años de trabajo como vendedor de ropa, el sirio tuvo la idea de ayudar de alguna manera a los refugiados.
Sorprendido por tantos informes de niños sirios refugiados con discapacidades físicas y mentales causadas por enfermedades adquiridas por sus madres durante la guerra –mientras estaban embarazadas–, comenzó una ardua labor para abrir una pequeña clínica y ayudar en el tratamiento de esos niños.
El sirio logró alquilar un espacio muy pequeño en el sexto piso de un antiguo edificio próximo al centro de la ciudad. Durante unos seis meses estuvo trabajando solo en la administración de la Clínica Anees. El lugar fue equipado con juguetes sencillos y aparatos antiguos, útiles para la rehabilitación y mejora de la salud de los más pequeños.
«Estamos yendo poco a poco, pero aun con este espacio minúsculo y con las muy limitadas condiciones financieras que tenemos, ya estamos atendiendo a 20 pacientes. Independientemente de la sencillez, intentamos desarrollar nuestro trabajo de la mejor manera posible con la ayuda de 10 personas, todos sirios, especialistas y voluntarios», comenta Zakreia.
La clínica está luchando para obtener una licencia del gobierno para operar legalmente en el país, y de ahí obtener más donantes, apadrinamiento y un espacio mayor para atender a los niños de una manera cómoda y digna. A pesar de las dificultades, los sirios garantizan que los tratamientos están dando excelentes resultados.
«Los niños asisten a nuestro centro todos los días y grabamos videos para que se puedan hacer los acompañamientos. Todo es enviado a las familias y hasta ahora estamos muy satisfechos; su evolución ha sido constante. Si Dios quiere, obtendré el permiso del gobierno turco y todo será un poco más fácil para nosotros», destacó con gran confianza.
El espacio atiende a niñas de 0 a 18 años y a niños de 0 a 14 años. Según el propietario, los adolescentes mayores de 14 años no son aceptados porque están pasando por la fase de desarrollo sexual y, según el pensamiento del Islam (religión que predomina tanto en Siria como en Turquía), no pueden tener contacto físico con mujeres consideradas extrañas.
Administrar y financiar la clínica ha sido una tarea difícil, pero Zakreia asegura (con lágrimas en los ojos) que estos seis meses son sólo el comienzo de una gran victoria.
«Es un trabajo gratificante. Estoy solo y este proyecto se ha convertido en mi vida. Estoy seguro de que dentro de poco seremos la clínica más grande de Turquía y podremos aliviar el dolor de miles de niños que tendrán derecho a vivir una vida lo más normal posible.»
Según datos del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), Siria es actualmente el país que más refugiados genera en el mundo –6,7 millones– debido a la guerra que golpea el país desde 2011, y todavía parece estar lejos de una solución.
Por su parte, la vecina Turquía es el país que más refugiados alberga en el mundo (3,7 millones, la mayoría de ellos justamente de Siria).