Comercio de barrio
Camelle se vistió de superhéroe para acoger a 11 refugiados ucranianos
María José Sánchez es la vicepresidenta de la asociación de vecinos A Pergoliña de Camelle, la entidad promotora de esta acogida solidaria. En Oza la conocemos por regentar la tienda de moda de mujer Anselmo Vivero, en la calle Gaiteira, pero los más cercanos seguro que la conocen como esa mujer inquieta y valiente capaz de implicar a todo el mundo en un proyecto que a priori podría parecer descabellado: “Cuando yo empecé a ver en las noticias el tema de la guerra lo pasaba mal. Recuerdo que un día pedían ropa de abrigo y decidí donar toda la ropa de invierno que me había sobrado, pero al final pensé que podía hacer algo más que donar ropa” - nos cuenta María José. Así decidió embarcarse en este proyecto para, acto seguido, movilizar a la asociación A Pergoliña y al Banco de Alimentos Rías Altas.
“Había carteles en ucraniano… Ellas llorando, nosotros llorando… Fue muy emocionante, la verdad.”
“La asociación de vecinos A Pergoliña decidimos traer a refugiados de Ucrania. Les pedimos ayuda al Banco de Alimentos, para que nos respaldase con comida y Conchi Rey aceptó”. Una vez tejidos los primeros contactos de esta red colaborativa de ayuda humanitaria, María José y sus compañeras se dirigieron a la iglesia de Camelle. Era un domingo y los parroquianos escucharon el plan de estas ambiciosas vecinas. No tardaron en comprender el alcance de la propuesta de María José y sus compañeras y, profundamente sensibilizados, ofrecieron dos casas donde se podría alojar a más de una decena de personas, de forma totalmente gratuita. Los que no podían ayudar con viviendas, se dispusieron a donar todo lo que hacía falta para asegurar a los futuros nuevos vecinos su vida en la parroquia
Con los vecinos y vecinas de Camelle preparados para abrirle los brazos a los visitantes, la red comenzó a coordinar el viaje. El Banco de Alimentos Rías Altas se ocupó de organizar una recogida de fondos para llevar ayuda humanitaria a Ucrania en la caravana que traería a Galicia a los refugiados. El equipo partió, dejó allí las aportaciones de muchos gallegos y puso rumbo al siguiente destino de las personas rescatadas.
Algunos de ellos encontraron su hogar en Lugo y Culleredo, otros se reunieron con sus familiares en Oleiros, pero los 11 de Camelle siguieron trayecto hacia el pueblo de la comarca de Tierra de soneira. “Cuando llegaron las estábamos esperando. Organizamos un comité de bienvenida. Los vecinos les pusieron el himno de Ucrania… Había carteles en ucraniano… Ellas llorando, nosotros llorando… Fue muy emocionante, la verdad”: narra María emocionada.
Así llegaron las familias refugiadas, las 11 personas que pasarían a ser parte de la comunidad de Camelle y que recibirían el apoyo de todo un pueblo volcado con la idea. Algunos donaron ropa, otros ofrecieron dinero, muchos dejaban fondos en los establecimientos a cuenta de los recién llegados… Poco a poco todo el pueblo se implicó, con arreglo a sus posibilidades, en la integración de estas familias que llegaban del infierno de la guerra: “La adaptación con el pueblo fue genial, no hubo ningún problema”.
“Yo siempre confié en mi pueblo porque ya nos habían dado un ejemplo de solidaridad inaudito.”
A partir de ese momento, el trabajo para las integrantes de A Pergoliña fue incesante. Un sin fin de trámites burocráticos que tuvieron que encarar con filosofía y paciencia. Al fin y al cabo, habían llegado unas familias que tenían que acceder a la educación, la sanidad y establecerse como los nuevos vecinos que eran. Dos de ellas partieron pronto hacia A Zapateira en A Coruña, donde una familia podía acogerlas para facilitar la inclusión laboral de una de ellas. Con esas plazas libres, María y sus compañeras, pudieron acercar a más gente a su pequeña colonia ucraniana. “ Una de las chicas nos pidió que trajésemos a su mejor amiga y a sus dos hijos. Así que vinieron con otra caravana que organizaron la policía y los bomberos de A Coruña”.
En la actualidad 6 de las personas refugiadas que acogió Camelle han partido hacia Salamanca, donde ACCEM les ha proporcionado plazas para continuar con su vida en España. Los cinco restantes, temporalmente residen en el Hotel Nido de A Coruña. Deberán de pasar la primera fase del programa de ACCEM allí, pero su intención es volver cuanto antes a Camelle donde ya han tejido lazos afectivos y ha terminado por convertirse en su lugar de arraigo en nuestro país.
María lo tiene claro: “En ocasiones pensamos que no podemos hacer nada por nosotros mismos, pero si todos ponemos un granito de arena podemos hacer algo como esto… Hemos acogido a unas personas… Primero a 11 y luego a 2 más. La vida de esa gente es un poco más fácil que si estuviesen solas”. Ella afirma que lo volvería a hacer, admite que ha sido un gran esfuerzo en algunos momentos, sobre todo porque el proyecto necesitaba implicar a muchas personas en la red, pero tuvo claro desde el principio que juntos podrían hacerlo: “Yo siempre confié en mi pueblo porque ya nos habían dado un ejemplo de solidaridad inaudito.” Y es que esta no es la primera vez que Camelle se pone el traje de superhéroe, para nada. Los vecinos de esta parroquia ya se unieron en el pasado para regalarles a una familia formada por una mujer embarazada y dos hijos pequeños, una casa. A la muerte del marido, los habitantes de Camelle quedaron consternados por la situación de vulnerabilidad de los pequeños y se pusieron manos a la obra para asegurarles, por lo menos, un hogar seguro.
Así es como Camelle se ha convertido en un ejemplo sin parangón de lo valiosa que puede ser la unión y la colaboración de las comunidades en los proyectos que tienen como objetivo una máxima clara: la ayuda mutua. Ellos han ofrecido su mano a aquellos que pasaban por un momento de extraordinaria inseguridad y nos enseñan que… cuando realmente q