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Sunglasses: El paraíso en la playa de Oza
Allá por el siglo XIX los barcos que hacían la larga travesía transatlántica decidían no parar en A Coruña porque no tenía lazareto. Es decir, un lugar donde los que llegaban enfermos pudieran pasar la cuarentena. Finalmente, se utilizó para dicho fin una parte del desaparecido castillo de San Diego. Convertido en sanatorio, los enfermos paseaban por el arenal para recibir las bondades del viento marino.
La playa terminó por adoptar ese nombre: Playa del lazareto. A partir de 1931 la playa se abrió al público. Los vecinos utilizaban el arenal algunas horas y los enfermos otras. Un acuerdo que consolidó al Lazareto como el lugar de reunión favorito para los habitantes de Los Castros. No faltaba una sola familia. El verano era el tiempo en el que el Lazareto era el rey.
Continuó así hasta 1969 cuando el régimen mutiló la playa preferida por aquellos vecinos. En su espacio se situaron unos astilleros y el Lazareto quedó reducida o a una diminuta playa donde las familias se apretaban todo lo posible para no renunciar a sus tradiciones veraniegas. Al menos hasta 1994. Durante este año el antiguo Lazareto se convirtió en parte del paseo marítimo de la nueva playa de Oza. Un arenal artificial que, no obstante, volvía a tener un espacio considerable para las familias, los niños y el disfrute.
La playa de Oza mide 100 metros. Además del arenal, cuenta con un amplio espacio verde donde refugiarse del calor bajo la sombra de los árboles. Entre sus servicios encontramos un parque, un paseo, embarcadero de barcos de recreo, chiringuito, baños y el Pura Vida Oza, un bar al ladito de la playa que ofrece comidas y meriendas para grandes y pequeños.
En Oza trabajan seis socorristas que nos cuentan que se trata de una playa muy segura. No hay corrientes, por lo que nadar en ella no conlleva ningún peligro. Es un lugar familiar, bien cuidado y perfecto para que los más pequeños lo llenen todo con sus risas y sus juegos.
Lo peor para Oza es su accesibilidad. No por la playa en si que, por cierto, tiene acceso para personas con movilidad reducida. El problema es cómo llegar hasta ella. No hay ningún bus que te deje realmente cerca, si no tienes coche te tocará caminar una media de 15 minutos para llegar hasta sus inmediaciones. Un pequeño inconveniente que incomoda la llegada, pero que no la imposibilita ni le quita todas esas otras ventajas. La playa de Oza merece la pena.