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Un comercio de barrio que triunfa en el mundo digital

Emilia nació en Cerceda en 1958 y lleva más de media vida dedicada a la confección.

Un comercio de barrio que triunfa en el mundo digital
Emilia
Emilia

Emilia era modista y fue esa experiencia en el mundo y el negocio de la moda lo que la convenció de dar el paso de comprar una pequeña mercería que tenía su hermana y que pensaba traspasar hace ya 40 años. De joven ya tenía muy claro que el trabajo duro, el esfuerzo y la constancia serían las claves de su éxito. El instinto no le falló y tres años después ya estaba mudando su negocio a un local más grande. Hoy, con 37 años a la espalda de la Mercería Emilia tal y como la conocemos, no ha dudado en actualizarse, introducirse en el mundo digital y reunir en su comercio todo lo bueno del pasado y del presente. En su cabeza solo un objetivo: Ofrecer a sus clientes cada día el mejor servicio.

Emilia es una mujer fuerte y valiente que ha logrado conciliar la vida familiar con la laboral y que ha construído desde abajo un negocio de éxito que todavía hoy sigue sorprendiendo y acercando nuevas posibilidades. Su ejemplo de adaptación al mundo digital es una muestra de cómo los comercios de barrio pueden hacer suyas las redes. De este y otros temas hemos charlado con ella para aprender de las claves que la han traído hasta aquí.

¿Cómo decides montar la mercería?

La mercería la monta una hermana mía. Yo era modista de alta sociedad, se puede decir así.. Un día mi hermana me dice que se va a Suíza. Yo lo comento con mis padres y me dicen que la coja porque yo tenía experiencia en vestir, de cortar, de ofrecer y de comprar a los viajantes... Sabía lo que sentaba bien y mal. Yo le cojo el traspaso a mi hermana de 5.000.000 pesetas de una mercería pequeña. Así fue y me fue muy bien. Mi mundo era la confección, ayudé mucho a la gente a dar ideas y de ahí vino mi éxito.

¿Cómo decides trasladar tu negocio al local que ahora conocemos?

La pequeña me dio para comprar la grande. Yo estaba a cargo de una abuela y de un niño y ganaba más que mi marido. Compré el bajo y después la entreplanta. Hemos disfrutado mucho de esta casa. Mis hijos cuando eran pequeños podían bajar y darme un beso. Ellos no me han echado de menos. Esta mercería me ha compensado de muchas formas.

Ahora estás plenamente integrada en el mundo digital ¿Cuándo y cómo decides dar ese paso?

Fíjate, mi hijo el mayor no daba un duro porque tuviera un móvil, pero mi hijo pequeño en una navidad de hace creo 4 años me lo regaló. Hace dos años mi marido tuvo un accidente muy grave y cuando estábamos en la sala de espera le dije a mi hijo Iván: “Venga, ábreme Facebook e Instagram que yo voy a trabajar por ese mundo.” Estábamos llorando como locos, pero bueno... Ahí lo abrí. A mí sea por un lado o por otro es rarísimo que no me salga una venta.

Así que te lanzas al vacío con las redes y ¿cómo trabajas para ellas?

Yo lo que no sé es cómo escribe la gente, porque no me he podido parar a mirarlo por tiempo. Hice un panel al fondo con unas barras para que la tela esté tensa. Intento hacer la foto lo mejor posible y bueno: “Ha llegado a la Mercería Emilía el bañador tal de la firma tal.” Intento describirlo también lo mejor posible.

Y funciona...

Para mí sí. Claro, si entras en mi página ya sabes lo que hay. A mí me llega la gente con el móvil, con el GPS y la prenda abierta. También hago envíos y vendo en A Coruña y fuera.

¿Cuál es el mejor consejo para otros comercios de barrio?

El mejor consejo que le puedo dar a la gente es que tienen que sonreírle al cliente cuando te ha hecho bajar 15 cajas de bragas y le has enseñado de cada una tres modelos y te dice: “No me gusta ninguna.” No hay que poner mala cara y contestar mal. Los que estamos por dentro del mostrador tenemos que aprender a tratar a la gente y ser más amables. Hay que sonreírle al cliente más cuando se va sin comprar que cuando compra. La gente que empieza hoy tiene que venir con ilusión, hay que tener artículo y hay que ser amable.

¿Qué puedes decirle a los comercios de barrio para que se animen a entrar en el mundo digital?

Hay que hacerlo, no queda otra. Hay que actualizarse, hacer envíos... Compensa una hora cerrada y hacer lo que tienes que hacer.

Un comercio de barrio que triunfa en el mundo digital