Música
Crónica de una noche atlántica con las melodías de Sara Sístole
El 26 de noviembre, Sara Sístole presentó su primer disco, “Peces rojos”, en A Coruña. Un concierto especial que significaba la vuelta a los escenarios de casa, después de mucho tiempo.
En una entrevista en la que anticipábamos el lanzamiento de este álbum, Sara me comentaba que lo había grabado en casa, que había tenido dudas por aquello de la calidad del sonido, pero que finalmente se había dejado llevar por su intuición y por esa obsesión que le pedía a gritos grabarlo allí, grabarlo así. Mientras la escuchaba, no podía parar de pensar en uno de mis discos favoritos de la historia de la música y el que, de hecho, creo que es uno de los tres mejores discos del enorme Bruce Springsteen: Nebraska. El bueno de Bruce se tiró al vacío en ese LP. Podríamos decir que publicó sin tapujos las maquetas del disco. En lugar de escoger las canciones grabadas en el estudio con la banda, sacó a la luz unos temas grabados en su casa con una guitarra, una mandolina, una armónica, una grabadora de 4 pistas y poco más. Bruce, como Sara con “Peces rojos”, entendió que el riesgo valía la pena por el arte. Porque la música tiene también sus propios contextos, no deja de ser la captura de un instante, de una historia y de cierta emoción. Es eso, la emoción genuina que da sentido a un tema, lo que se atesora cuando un artista decide hacer algo tan personal como lo es exponer al mundo la intimidad de una grabación en casa. Es casi una confidencia, un retrato al desnudo de lo que esa canción significa. Música desnuda, exactamente el concepto que Sara Sístole nos quiere trasladar en este disco. Se trata de una apuesta por la honestidad, la sinceridad y las distancias cortas.
Por eso, también, las expectativas de poder experimentar la escucha de estos temas en directo, en casa y con el mar al que Sara le canta muy cerca. Teníamos una cita: 26 de noviembre en la Disfrutona del Orzán, el local del poeta Iago De la Campa.
Algo había en el concierto de ambiente de salón de casa. Por la naturalidad de Sara encima del escenario y por su gente que la arropaba desde abajo, con un punto de emoción y orgullo que amenazaba con hacernos llorar de constante.
Sara en directo es más Sara que nunca, poco más se puede decir. Es cierto que en “I” ha captado cierta cualidad de la esencia del concierto, pero verla es otra cosa: es emocionante sí, pero también es tan verdad que parece estar contándote sus historias solo a ti. Y esto de la sinceridad es algo que ya conocemos los que seguimos su trabajo, pero impacta cuando su voz se hace presente ahí, frente a ti.
La noche recorrió canciones de “Peces rojos”, de “Recién salida del mar” y algunas más antiguas protagonizando los momentos nostalgia de la noche y haciéndonos recordar a aquella primera Sara que comenzaba a dejar vislumbrar la magia y el talento que albergaba. Además, interpretó algunas canciones que fueron descartadas en el proceso de criba de “Peces rojos” y logró dejarnos los dientes largos por conocer todo aquello que no sale a la luz.
Otro momento especial de la noche vino de la mano de Iago De la Campa, que se subió junto a la cantautora para leernos un par de poemas. Sinergia potente la de estos dos, que les hace regresar a los comienzos de sus carreras y que nos ayuda a entender a los demás lo innato de sus talentos en sus respectivos artes.
Hacía mucho que Sara no se pasaba por A Coruña y puede que ni ella, ni la herculina, sean conscientes de lo mucho que se hacen falta mutuamente. A la espera quedaremos muchos, después de esta noche atlántica. Al fin y al cabo, como dijo Iago, Sara Sístole es una de las artistas que más transmiten en el escenario, una de las que más emocionan.