Evacuación de campamentos no oficiales en París
Recibimiento de migrantes en París: ¿adónde quedaron los valores de Igualdad y Fraternidad?
Aunque la alcaldesa de París Anne Hidalgo anunció el pasado mes de junio la creación de uno o varios espacios para acoger a los emigrantes, siguen las evacuaciones de los campamentos improvisados hasta estos días en la capital.
Fuente: Pressenza | 06/08/2016 | Mauricio Álvarez
Una situación crítica e indigna. ¿A qué juegan la Municipalidad y las Fuerzas del orden?
Desde el comienzo de la crisis migratoria, se cuentan ya más de 25 evacuaciones de campamentos en París y la situación está lejos de resolverse.
A su llegada a la capital francesa, los emigrantes quedan librados a su suerte y, no teniendo alternativas de alojamiento, se ven obligados a ocupar lugares públicos o terrenos abandonados para establecer campamentos improvisados en condiciones de salubridad deplorables.
Recientemente, tras la evacuación del campamento de los jardines d’Eole, el 6 de junio de 2016, la mayor parte de las 1300 personas que alojaban allí, fueron dispersadas hacia las calles de la capital, y a pesar de la falta de soluciones concretas de parte de la Municipalidad, los migrantes diariamente son víctimas de evacuaciones forzadas por parte de los CRS (agentes especiales de seguridad). ¿Por qué razón? ¿Cómo explicar estas repetidas intervenciones?
Un ejemplo concreto
A fines de julio, algunas decenas de emigrantes se agruparon en la rambla central de la avenida Flandre en París, a unos pasos de la estación de metro Stalingrad.
Fui al lugar el jueves 4 de agosto alrededor de las 13.00 horas. Cuando llegué, el espacio ya estaba rodeado por unos cien CRS. La mayoría de los migrantes se encontraban todavía allí. Para entender mejor la situación pregunté a algunas personas a mi alrededor, entre ellas Claire, una habitante del barrio: “Vivo al frente, todos los días veo desde la ventana de mi departamento las intervenciones de los CRS. Hubiese llegado una hora antes, los atacaron con gas y les pegaron”.
Sentía que el ambiente estaba caldeado. Todo el mundo estaba nervioso. El tono de los CRS se encendía rápidamente ante la más mínima discusión. Uno de ellos les repetía sin cesar a los migrantes: “Estamos en Francia. Aquí, cuando damos una orden se obedece. Incluso si no comprenden lo que quiere decir la autoridad”. Y si no era escuchado, pegaba. Eran patadas o golpes de puño.
Hacia las 14.30 la evacuación se demoraba en terminar a causa de un inmigrante que estaba tirado sobre su colchón en el medio de la rambla. Dos policías trataron de que se moviera pero la gente se interpuso. Una joven mujer tomó la iniciativa y decidió contactar a los bomberos. Cuando llegaron trataron de hacer que reaccionara. Verificaron sus signos vitales, pero no había reacción visible de su parte. Finalmente decidieron transportarlo a la guardia de urgencias. Hasta los mismos bomberos se mostraban bastante irritados frente a las personas que estaban en el lugar.
A una adolescente que estaba cerca se le caían las lágrimas ante la violencia de la situación. Un policía se acercó para decirle rudamente: “Deje de fingir. Son lágrimas de cocodrilo, qué comedia”. La joven se quedó muda. Inconsolable.
Los empleados de limpieza de la ciudad, que estaban esperando hace más de media hora, finalmente intervinieron. Las pertenencias de los migrantes, una vez más fueron arrojadas al basurero. Un eterno volver a comenzar.
¿Adónde quedaron los valores de Igualdad y Fraternidad tan defendidos por la República Francesa? Una cosa sí es cierta, tenemos una obra gigantesca por delante.
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