Políticas | 8 de marzo
“Hace falta educación para que no se sigan tomando como normales comportamientos que no lo son”
ENTREVISTA | Yoya Neira, concejala del Grupo Municipal Socialista en A Coruña
- Todo el mundo está en contra de la violencia de género, pero no disminuye ¿qué está pasando?
- La situación a la que nos enfrentamos es gravísima, de auténtica alerta roja. Asistimos casi a diario a minutos de silencio, sabemos por las noticias que muchas mujeres, casi a diario, son asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que es el máximo exponente del terrorismo machista que no es si no el peor de los síntomas que refleja una sociedad enferma, en la que todavía subyace el concepto de la mujer como ser dependiente del varón, cosificada y anulada, objeto de propiedad, de placer, de entretenimiento… Los asesinatos, eso que empieza a ser llamado feminicidio, son, por tanto, la punta del iceberg de una situación que esconde esa cara de la sociedad que todavía no ha adquirido plena conciencia sobre la igualdad de género. Esa perspectiva de género tan denostada por quienes aún no han entendido que el feminismo no es el extremo opuesto del machismo.
- ¿Qué es el machismo?
- El machismo es desigualdad; el feminismo es lo contrario, es la lucha de muchas (y de muchos) por conseguir la igualdad real de hombres y mujeres, para que de una vez por todas abandonemos ese modelo heredado de la Historia, que hace que las mujeres trabajen por menor salario, que se convierten en esclavas del físico, de la moda, de unos estereotipos que lejos de hacerlas libres, las condenan a vivir una realidad que no es la propia, la libremente elegida y que condenan a repetir la historia y a seguir perpetuando unos roles que pudren nuestra sociedad.
- ¿Qué habría que hacer desde la Administración para eliminar la violencia de género?
- Invertir, legislar, educar, concienciar. Entender que el arma más poderosa para frenar esta lacra es la educación, no sólo de las generaciones más jóvenes en las que están repuntando comportamientos machistas, sino también de lo que llamamos “población adulta” para que en ambos casos, no se sigan tomando como “normales” comportamientos que no lo son. Educar a las y los jóvenes en la libertad, en la identidad de género, en la igualdad, en el respeto a la diferencia es la clave para solventar esta lacra desde el epicentro de la misma. Eso se hace a través de una mayor implicación de las administraciones públicas que no sitúen la igualdad en la mera anécdota, que entiendan que la lucha contra la violencia de género va más allá de campañas más o menos novedosas o minutos de silencio.
- ¿Y cómo se consigue?
- Con mayor dotación presupuestaria en todas las Administraciones (estatal, autonómicas y locales); en recuperar una asignatura como “educación para la ciudadanía” que formaba a las/los adolescentes en la perspectiva de género, en mayor dotación para educación y formación en adultos/as; en dotar de mayores medios a la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. En definitiva, en un gran pacto de Estado que sitúe el fin del terrorismo machista como una prioridad absoluta.
- ¿Qué pueden hacer los movimientos sociales?
- El papel de los movimientos sociales, en general, y, más concretamente, de los colectivos feministas ha sido esencial en todos los logros alcanzados por las mujeres a lo largo de la Historia. Las ONGs, los movimientos sectoriales, los distintos colectivos son los que, en tantas ocasiones han suplido y siguen haciéndolo, las carencias y la lejanía de una Administracion que en muchas ocasiones, no sabe o no puede dar respuesta. Son las asociaciones quienes están a pie de calle, quienes dan la voz de alerta ante muchas situaciones y quienes hacen labores impagables en cuanto a la concienciación social. No obstante, y a pesar de que el Estado puede y debe apoyarse en los colectivos sociales, jamás ha de traspasarles su responsabilidad. Por lo tanto, es la colaboración, la implicación de todos y todas, la única vía para acabar con el terrorismo machista y el feminicidio, y hacer que ambos sean, lo antes posible, un episodio pasado y superado de la historia más negra de nuestro país. Hasta que llegue ese momento, la realidad nos dice que aún queda mucho por hacer.