Mercado As Conchiñas
David, de pollería Loly: "La pandemia ha cambiado los hábitos de compra"
Loly estuvo 28 años y David, 5. Loly cogió un traspaso en una época en la que en el Mercado As Conchiñas había 14 o 15 puestos de pollo, abiertos y funcionando.
Las carnicerías estaban en el sótano, la planta de abajo eran charcuterías. La primera planta eran pollo y frutas y verduras y la segunda, como ahora, pescado.
¿Cuánto tiempo llevas a cargo del puesto, David?
Cinco años. Primero estuve uno con mi madre y luego en enero del 2017 me hice cargo ya.
¿Cómo se te dio por dedicarte a esto?
Pues estaba haciendo oposiciones, no salían, de lo que estudié no me terminaban de convencer y al final, mi madre se iba a jubilar, este era un negocio funcionando y no me lo pensé. Me adapté bien y estoy contento de haberlo cogido, la verdad. Se me dio bien desde el principio. Ya ayudaba a mi madre cuando estudiaba y me sirvió de ayuda estar un año con ella.
¿Qué tal la relación con los compañeros del mercado?
Fenomenal. Me llevo fenomenal con todos, es un lujo, la verdad es que estoy encantado. En todos los trabajos que tuve siempre tuve buena relación, no me gusta el mal ambiente y procuro estar un poco bromeando. Ya que nos tenemos que ver la cara todos los días, pues me parece que es la mejor forma de llevarlo. Llevarte bien con los compañeros me parece que es lo mínimo.
¿Qué es lo que vendes, qué producto tienes?
Pollo de tres clases: pollo de Laíño, el pollo del real, que es una categoría normal y después ya tengo el campero, que es un pollo que tiene salida al aire libre, la alimentación es un tanto por ciento más alta de maíz que el resto, tiene más bienestar, no se cría suelto del todo, pero tiene cierta movilidad, lo que al final repercute en la calidad del producto y en el sabor. Desde que empecé, noto que el pollo campero sale mucho más, tiene mucha más salida. De hecho al principio lo traía para el fin de semana y ahora lo traigo ya desde el martes, está teniendo mucha salida. Yo creo que cada vez la gente se conciencia más y quiere alimentos que el animal tenga un bienestar y que la calidad del alimento sea mejor y cada vez demandan más eso.
También tenemos conejo. Después de muchas ofertas sigo trabajando con el mismo que trabajaba mi madre, aunque es más caro, la calidad se nota mucho. Es el conejo de Hermi, que antes tenían matadero aquí en Sada, bueno, es un conejo de una calidad buenísima, sale muy tiernito, aguanta muy bien. También tenemos pavo, pechuga, zancos… que también es de Coren, son de pavita, que son más tiernas. Después tengo también pollos tomateros el fin de semana, que son pollos más pequeñitos, de ración, y codornices.
Después está el huevo campero y el normal. Los huevos vienen todos etiquetados, porque así lo exige Sanidad, y en el código que trae, es un código de referencia en el que el primer número marca la calidad del huevo. El cero es ecológico, el uno es de gallinas camperas y a partir de ahí va bajando la calidad hasta la categoría siete. También tenemos croquetas de pollo el fin de semana, son caseras y las tengo viernes y sábados. Y gallina y pollo de corral, que por encargo, lo tengo todo el año.
¿Tienes servicio a domicilio?
Sí, desde que se inició el tema de la pandemia, si alguien llama se lo llevamos por la tarde cuando cerramos. Estamos buscando la forma de tener un sistema para todo el mercado. De momento, nos echamos una mano entre compañeros. Durante la pandemia era más fácil porque la gente estaba todo el día en casa, pero ahora, ya hay que tener en cuenta los horarios para el reparto, es un poco más complicado.
¿Has notado algún cambio en los hábitos de compra a raíz de la pandemia?
Sí. Ahora hay más gente que encarga, para no tener que estar esperando, haciendo cola. Llama, encarga, viene y lo recoge. Eso se incrementó bastante. Imagino que es por evitar aglomeraciones. También hay gente que en vez de venir tres días a la semana, viene uno y compra para toda la semana.
¿Cómo habéis vivido los meses del confinamiento?
Al principio con un poquito de recelo. El primer mes no había ni mascarillas. Los primeros días en tema de venta fue un poco locura, la gente se aprovisionaba por si acaso. Al principio fue un poco duro, después ya la cosa se relajó un poquito y se fue normalizando la cosa, pero al principio, un día no había nadie, al día siguiente había muchísima gente, luego otra vez no había nadie… entonces no sabías qué comprar, era algo complicado; ojalá no haya que volver a vivir algo parecido.
¿Después del confinamiento ha cambiado algo?
Yo creo que somos de costumbres, en cuanto pasa algo, nos olvidamos rápido y volvemos a nuestras costumbres. El cambio fue cuando empezó la desescalada, el año pasado, ahí fue cuando noté el cambio de volver prácticamente a la normalidad. Yo creo que en cuanto esto pase del todo, no tardamos en volver a las viejas costumbres.