Comercio de barrio

Una mercería de barrio: tradición y creatividad al servicio de la vecindad

En el Agra del Orzán, María Ramos Noval es la alma de una mercería que lleva su nombre, inspirada en su madre, Mary. María, que antes trabajaba como peluquera, decidió cambiar de rumbo en 2019 debido a problemas en su brazo.

Una mercería de barrio: tradición y creatividad al servicio de la vecindad
María Ramos Noval
María Ramos Noval

Tras pasar muchos años entre secadores y tijeras, la decisión de dejar la peluquería fue difícil, pero también liberadora. Fue entonces cuando, influenciada por su madre, que era costurera y también una experta en el ganchillo, vio una oportunidad para emprender. 

Su madre había sido la encargada de hacerle ropa a ella y a toda la familia, y además ayudaba a una tienda de costura en Monte Alto. La pasión por las manualidades y el deseo de cumplir el sueño de su madre de tener una mercería propia llevaron a María a dar el salto y abrir su tienda.

La historia de la mercería comienza en Monte Alto, donde comenzó el negocio junto a su madre. Sin embargo, la pandemia complicó las cosas, por lo que decidieron mudarse a Villa de Negreira, al barrio del Agra que también les vio crecer, la mercería pronto se hizo conocida. A pesar de las dificultades, la gente que conocía a su madre, le siguió y pronto nuevos clientes de la zona se hicieron asiduos para comprar los artículos de la mercería y hacer los arreglos de ropa.

El nombre de la mercería, “Mary&María Noval”, es una mezcla del nombre de madre e hija Mary Noval su mamá y ella María Noval, un homenaje a la figura que le inculcó su amor por la costura. Aunque la pandemia trajo incertidumbre, el cambio de ubicación fue positivo, y el negocio comenzó a ganar visibilidad, sobre todo entre los vecinos de toda la zona, que ya conocían la tradición de la familia en la costura y ahora con la Mercería.

María menciona que en la tienda se realizan todo tipo de arreglos de ropa, un servicio que está cada vez más demandado por la falta de mercerías especializadas en el barrio. La mercería ofrece no solo reparación de prendas, sino también personalización. María sabe cómo transformar una prenda común en algo único, modificando tallas, combinando colores y detalles o, como ella dice, “tuneando” la ropa para que se vea como nueva. Además, María hace sus propios amigurumis (muñecos de ganchillo), una de las especialidades que más llaman la atención de los clientes, especialmente los de la zona, quienes le piden piezas personalizadas.

Hace muy poco tiempo, María hizo otro importante cambio, se trasladó de Villa de Negreira a la Calle Barcelona 58, en donde su negocio ha ganado en visibilidad.

La mercería se dedica a los arreglos y la confección, pero también tiene una sección de lanas, además de hilos, agujas y demás artículos de mercería. Nos dice María, “Hay artículos que los traigo según las demandas de los clientes. Las lanas son muy populares, especialmente entre aquellos que buscan materiales para hacer sus propios proyectos, y los amigurumis, muñecos de crochet, también tienen una gran demanda”. Además, ofrecen otros productos de mercería más generales, como cremalleras, botones y agujas, algo muy necesario en el barrio, donde hay poca oferta de este tipo de artículos.

Otro aspecto fundamental para María es que la mercería está volviendo a conectar con la tradición de la costura. En su tienda, la gente joven, que a menudo busca aprender a hacer ganchillo o bordado, es bienvenida. Muchos acuden a ella para comprar los materiales necesarios para aprender, como agujas e hilos para hacer muñecos o prendas.

También recuerda con cariño las historias de clientes que llegan con sus pequeños hijos, deseosos de enseñarles las habilidades manuales que ella misma aprendió de su madre.

María tiene esperanzas de que la tienda siga prosperando. La ubicación de la tienda en una calle de paso ha sido clave, y la gente está descubriendo que todavía hay espacios donde la tradición de la costura y las manualidades se mantienen vivas.

Aunque el futuro es incierto debido a los desafíos que enfrenta el comercio local y el cambio de hábitos en las nuevas generaciones, María confía en que su mercería seguirá siendo un referente en el barrio. La gente sigue buscando lo que no se encuentra en otros lugares, especialmente aquellos productos y servicios personalizados. Además, se siente muy conectada con el barrio, sabiendo que su mercería no es sólo un negocio, sino también un centro donde se resuelven las necesidades diarias de los vecinos.

María también se siente orgullosa de haber cumplido el sueño de su madre. Aunque su madre falleció hace poco más de un año, María sigue adelante con el negocio, cada día sintiendo más que nunca el legado que ella dejó. Es una mezcla de emoción y agradecimiento lo que le impulsa a seguir adelante con la mercería, una tienda que es mucho más que un negocio: es un homenaje a la familia y a la tradición.

Una mercería de barrio: tradición y creatividad al servicio de la vecindad