María Jesús Iglesias Martínez y Carmen Bello Patiño, profesoras de Academia Arume

Para empezar creemos un espacio en el que vayan a estudiar nuestros jóvenes. Debería de ser siempre el mismo y si pudiese ser con luz natural ayudada de un flexo para evitar el cansancio de los ojos. La mesa en la que estudien debería de estar SOLO con el material de estudio (libros, apuntes y material de escritura); eso evitaría que se despisten con cualquier cosa. El teléfono siempre fuera de esta habitación. Y por último en el decorado de nuestro lugar de estudio también podríamos añadir una botella con agua, evitando así el “voy a beber…” y el consecuente paseíllo.

Tenemos el espacio, vayamos ahora al tiempo. Se debería fijar una hora de comienzo del estudio, para crear un hábito y que no se vaya postergando a lo largo de la tarde. Es importante que esto se haga a diario aunque no haya “deberes” simplemente leyendo las lecciones que se hayan explicado en el día o repetir ejercicios que se hayan hecho en el aula. El hecho de que esto se haga todos los días va a hacer que los éxamenes no requieran ni noches sin dormir ni nervios de última hora. El tiempo dependerá del nivel del curso: desde media hora en los más pequeños (aunque sea dibujando o leyendo un cuento) hasta una hora o dos haciendo descansos cada 45 minutos o una hora.

Hacer una planificación de lo que se va a hacer también va a ayudar a lograr objetivos. Escribir por tiempos lo que se va a repasar. Por ejemplo: de 4 a 4.30 leer el tema de historia, de 4.30 a 5 repasar el vocabulario de inglés… eso con las asignaturas del día. Parece una tontería pero el hecho de escribir este planning y según se va haciendo tacharlo, motiva a los alumnos.

Ya podemos pasar a los contenidos. Empezamos leyendo el texto a tratar. Importante leer toda la pregunta y una vez leída es cuando se vuelve a leer y se subraya (el qué, quién, cuándo, dónde, cómo, por qué). A muchos alumnos les ayuda una vez subrayado escribir lo subrayado que hará que les sea más fácil memorizar, a esto le ayuda la realización de un esquema que puede ser por ideas principales o secundarias, llaves, árboles y siempre si puede ser utilizando colores. Eso nos hará asociar colores a partes importantes a recordar. Algo que también les sirve como refuerzo de lo aprendido es que ellos expliquen el tema a alguien, eso les ayuda a ver si el tema está comprendido. Todo esto se puede repasar cada dos días, leyéndolo y añadiendo las nuevas explicaciones.

Hay que tener en cuenta que no existe un método único de estudio. A lo largo de los 30 años que llevamos trabajando con los estudiantes, con todos los cambios que ha experimentando nuestra sociedad, nos damos cuenta que cada alumno es único; no todos responden al mismo método; así lo que vale para uno es un fracaso para el otro.

Empecemos con fuerza y ganas siempre poniendo objetivos factibles y sabiendo cómo son nuestros hijos. Una buena planificación hará que alcancemos el éxito.