Con una sonrisa cálida y una historia rica en experiencias, Celia nos recibe en su pequeño refugio de telas, colores y texturas.

Los comienzos de Celia con los tejidos

Hace 30 años, Celia comenzó su aventura en el mundo de los tejidos en la tienda de telas Montecarlo. “Estuve 12 años, y luego me fui para el Burgo. Siempre en la zona”. 

A lo largo de su trayectoria, Celia se ha enfrentado a numerosos desafíos, desde la crisis económica de 2008 hasta la pandemia reciente, pero su amor por las telas y su determinación la han mantenido firme.

El viaje de una vida

Celia es costurera y se dedicaba a su profesión en casa. Cosía mientras cuidaba de sus hijos. “Yo sabía coser, pero no quería trabajar fuera. Los de Montecarlo estuvieron un mes convenciéndome para que fuera a trabajar con ellos. Al final, accedí.” Así, de manera casi fortuita, Celia se encontró en el mundo de las telas, un mundo que llegaría a dominar y a amar profundamente.

Hace 17 años, decidió tomar las riendas de su propia tienda. “En aquel entonces se llamaba Mónaco, yo estaba de empleada y mi jefe decidió traspasarla. Mi hermano me convenció para quedarme con la tienda. No estaba segura de poder manejarla sola, pero él insistió. Así que me lancé, y aquí estoy”.

Un negocio con alma

Celia no sólo vende telas. Su tienda es un lugar donde la confianza y la honestidad son la norma. “Nunca mentí. Siempre fui abierta con mis clientes,” dice con orgullo. Esta sinceridad ha sido la clave para construir una clientela leal que se extiende más allá del barrio, sus clientas llegan del extrarradio Sada, Teixeiro...

La tienda ofrece una amplia gama de tejidos para hacer cortinas, stores, tejidos de decoración, prendas de vestir... “Es un trabajo bonito porque cada día es distinto. Hoy alguien viene por unas cortinas, mañana por un trozo de tela para combinar con una prenda”.

El legado de Celia

Ahora, a los 67 años, Celia se prepara para jubilarse. “Tengo 67 años, voy a cumplir 68 en agosto. Ya es hora de retirarme”, dice con una mezcla de nostalgia y satisfacción. Pero su mayor deseo es que la tienda siga funcionando. “Quiero dejar la tienda en buenas manos para que continúe ofreciendo el mismo servicio de calidad”.

Celia está dispuesta a quedarse un mes con el nuevo propietario para presentarle a los proveedores y a los clientes. “Quiero que la persona que tome el relevo sepa cómo manejar todo. Este negocio es muy completo y puede mantener a una o dos personas perfectamente.”

Agradecimientos y despedida

Con emoción en sus ojos, Celia habla de la despedida. “Estoy muy contenta de haber estado aquí. Me alegra mucho. Los voy a echar mucho de menos, y no los olvido”.

Celia López Cernadas no sólo deja atrás una tienda de telas; deja un legado de trabajo duro, honestidad y pasión. Su historia es un testimonio de cómo el compromiso y el amor por lo que uno hace pueden transformar un negocio en un pilar del barrio.