Xentes da Agra
”Yo me enamoré de A Coruña”: Vanesa Maldonado
Vanesa Maldonado nació en Paraguay, pero ha construído su vida en A Coruña. Con el corazón dividido entre aquella tierra y esta, es un ejemplo de lucha, solidaridad y efecto mariposa.
Vanesa en casa habla guaraní, idioma oficial de Paraguay junto al castellano. Cuenta que sigue tomando sus mates, comiendo los platos típicos y escuchando la música de su tierra. Hace 21 años que llegó a Galicia y desde hace uno y medio tiene su propio negocio: Sakura, un centro de estética. Su camino y el de su familia no ha sido siempre fácil, pero ahora el esfuerzo realizado tiene recompensas.
Vanesa estudió Magisterio en Paraguay, pero a la vista de que no aparecía trabajo tomó la decisión de emigrar. Su marido continuaba estudiando Ginecología así que no pudo acompañarla en un primer momento. “Fue todo porque tenía una amiga que tenía conocidos aquí. Ella me dijo que aquí había trabajo para cuidar ancianos y para cuidar niños. Ese era el boom de todo el mundo que venía para España y me vine. No fue tan fácil como se pensaba al principio. Yo descubrí ya aquí que estaba embarazada. Fue muy difícil al principio”, narra Vanesa. Esta clase de principios no son fáciles. A quien migra le toca dejar a su familia atrás, alejarse de sus raíces y construir en un sitio desconocido un nuevo hogar desde cero.
Sin embargo, Vanesa se encontró con muchas manos tendidas que le ofrecieron ayuda en aquel comienzo. Seis meses después de su llegada, su marido viajó para acompañarla y arraigar juntos aquí. “Los Servicios Sociales del Burgo nos ayudaron mucho. Las monjas De la iglesia de los Franciscanos también. Mi marido consiguió trabajo en una imprenta. Le dieron la oportunidad y ahí sigue”, cuenta Vanesa. Ella trabajó de todo lo que podía: cuidando de personas, de camarera y de lo que hiciera falta.
A Coruña la conquistó desde el primer momento: “Yo me enamoré de A Coruña. Al día siguiente de llegar, me llevaron a tomar churros con chocolate frente al ayuntamiento. Eso fue una cosa… Yo no tomaba nada, estaba embobada. Me fascinó. Ese día dije que yo nunca iba a irme de aquí. El clima, llegué en septiembre y no vi el sol hasta abril. Llovía todo el santo día. Me acuerdo que dibujé un sol en mi habitación”.
Vanesa y su familia tenían un proyecto de vida y no dudaron en esforzarse todo lo que fuera necesario para conseguirlo. Ella volvió a estudiar: trabajaba por las noches y se formó en Peluquería, Estética y Quiromasajes. Comenzó a ejercer y pronto sus habilidades la hicieron destacar: “Fui haciendo mis clientas y siempre me insistían en que yo era buena, que tenía que hacer mi negocio, que confiase en mí… y desde hace un año y medio me tienen aquí. Todo ha sido por medio del boca a boca del barrio y yo estoy agradecida por ello”. El agradecimiento de Vanesa para con sus vecinos y vecinas de la urbe herculina es inmenso: “El encuentro fue fantástico. Me dieron, no la mano, el brazo. Me encanta cómo son porque son súper sociables. Siempre que tocas la puerta… siempre, siempre te abren. Me animan a abrirme, a integrarme con ellos. Tengo muchas amigas que son gallegas. Mis hijas son gallegas y estoy encantada.
El aprendizaje de Vanesa y su forma de ser alegre y sensible la impulsan a devolver todo lo que ha recibido. Consciente de que los principios complicados y que estar lejos de casa también, se ha convertido en el centro de una red de apoyo mutuo entre la comunidad de paraguayos que residen en a Coruña desde el que apoyan a las familias que lo necesiten aquí y allá: “Siempre estamos organizando cosas para la gente de allá. Si necesitan algo, me llaman y y empiezo a mover a ver qué podemos hacer.
Sakura se llama así en memoria del sobrino de Vanesa con quien paseaba por Japón. La flor de cerezo es un espectáculo de belleza, a su alrededor hay toda una tradición que incluye una festividad que reúne a amigos y familia, una celebración por el encuentro. Así es el espiritu de Vanesa: sensible, alegre, con actitud abierta y familiar en todo lo que hace.