Huertas urbanas
La despedida de la familia de las huertas del Agra del Orzán
El día 2 de Marzo las huertas urbanas del Agra del Orzán cerrarán sus puertas para dar paso a una obra que las dejará mejoradas para la nueva hornada de vecinos que surjan como los afortunados del concurso municipal.
A pocos metros del Ágora parece existir una línea divisoria invisible que cuando la cruzas, puedes estar seguro de haber llegado a un lugar muy distinto. Como si hubieses hecho un largo viaje hasta el pueblo o como si todo lo bueno de él se hubiese venido a instalar en la misma ciudad. Eso son las huertas urbanas del Agra, un recuncho amable, donde las urgencias diarias quedan atrás y dejan paso a la creación de nuevas comunidades unidas por la tierra, por el natural espíritu de la labranza.
Hace 4 años que comenzó este proyecto que ahora se pone en pausa para renovarse. 112 huertas y alrededor de 200 personas coincidieron dando lugar a un espacio que va más allá de la horticultura. Hemos hablado con 6 de ellos para que nos cuenten esa experiencia y las verdaderas implicaciones del proyecto. Manuel Patiño, José Molina, Marta Cortacáns, Sabela Rivas, Manuela Ronquete y Purificación Ramudo. Un grupo heterogéneo donde los haya, que va desde los 90 años de Pura, hasta los 34 de Sabela. Aunque entre las filas de estos vecinos hay muchos más grupos de edad.
“A finalidade da horta é que sexa multicultural, multirracial e interxeneracional. Por eso iso se fai e por iso se está a facer por toda Europa.. O que gañamos aquí é xente… Xente que ven a disfrutar, axudámonos entre nós, intercambiamos produtos… Xeramos familia”: Explica Manuel Patiño. Una idea que comparten todos los miembros de este grupo. En palabras de Manuela Ronquete: “Isto é unha familia. Mira, eu levo 15 días sen poder traballar a terra e estou nerviosa”.
Los beneficios de una huerta comunitaria
Los experimentos que se han realizado a lo largo y ancho del mundo, con una incidencia especial en Europa, han demostrado que las huertas urbanas redundan positivamente en beneficios sociales, ambientales, económicos y psicológicos. “Hay personas que vienen y dicen: Esto para mí es más salud que otra cosa”, relata José Molina.
No es de extrañar, pues el trabajo relacionado con la tierra significa un parón en la dinámica acelerada de la vida urbana común en las ciudades. Además, generar comunidades en las que personas diversas forjan vínculos es fortalecer la red de cuidados entre los seres humanos: “Hai xente que sin esto estaría encerrada na casa e veñen aquí e se acabou”, afirma Manuel Patiño. Un beneficio contrastado por usuarias del servicio como Manuela Ronquete: “Eu teño tido dor de cabeza e vir pra aquí e falar con ela e coa outra e xa non me facía falta tomar nada”, o por Sabela Rivas: “ E un soplo de aire fresco vir para aquí. Sobretodo na pandemia, que estabas encerrada e non tiñas onde ir”.
Las huertas urbanas del Agra son también un corredor verde, un pulmón para la ciudad que ofrece beneficios ambientales y económicos. El grupo explica cómo su actividad ha afectado positivamente a otros negocios del barrio que han comenzado a vender productos orientados a la horticultura y han ganado nuevos clientes: “É algo que redunda na cidade, na vila, no barrio”, como nos dice Marta Cortacáns.
Una huerta donde caben todos
La heterogeneidad de los labregos del Agra no es solo generacional, sino cultural y experiencial. Mexicanos, portugueses, hindúes, vietnamitas… Son muchas las nacionalidades que se han encontrado aquí para dar lugar a un proyecto vecinal que ha merecido premios y visitas de muchos expertos.
Quizás lo mejor de esta comunidad es que no importa cuánto sabes, ni siquiera si no sabes nada. “A experiencia foi moi positiva porque entras e non sabes nada” explica Marta Cortacáns que encontró en este espacio personas dispuestas a echarle una mano y a ayudarla con paciencia. Manuela Ronquete tampoco era una experta: “Eu fun a primeira que non sabía o que era meter una sacha, e hoxe sei podar uns tomates, sei quitarlles os chupóns e sei un monton… Axudo a quen non sabe por que tamén a min me axudaron”
Ahora las huertas quedan a la espera de sus nuevos moradores. El concurso público está abierto a todas las personas empadronadas en A Coruña con una antigüedad de seis meses y cuentan con reserva de plazas para asociaciones y colegios, personas con discapacidad, rentas mínimas, víctimas de violencia de género y otros colectivos vulnerables. Este grupo ya está preparando la fiesta de reencuentro y mientras tanto tienen una petición: “Nós o que demandamos a este governo e aos vindeiros é que continúen con isto e o amplíen”, dice Manuel Patiño. Al fin y al cabo, lo más importante como nos afirmó Sabela Rivas: “Estamos encantadas e o único que queremos é seguir creando esta comunidade tan bonita”.
No obstante y pese a todas las contribuciones positivas que han traído las huertas del Agra y su comunidad, existen vecinos descontentos que manifiestan un claro malestar. El motivo hace referencia a la época en la que se ha presentado la convocatoria del concurso público, una tardanza y desorganización que provoca que algunos de los usuarios puedan llegar a perder sus cosechas.