El pasado domingo se celebró en Francia la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con dos posibles candidatos: Emmanuel Macron y Marine Le Pen.
Hace tan solo unos meses Feijóo decía que Galicia era su casa, que no se iba a marchar y que aquí estaba su sitio. ¿Dónde ha quedado todo eso? ¿Ahora Galicia se le queda pequeña, no es una región “libre”, o es que, simplemente, la ha utilizado como trampolín para llegar a Madrid?
Cualquiera que esté o participe en política creo que tiene claro que la lealtad es un valor que escasea mucho (aunque, espero, que no de forma general) en cualquiera de los partidos políticos existentes.
Escribo este pequeño artículo de opinión después de la cuarentena que he tenido que hacer por ser positivo en COVID-19. Durante esos días se me ha venido a la mente un pensamiento bastante recurrente: ¡Qué suerte he tenido y benditas vacunas!
España, después de muchos años de letargo en lo que a presencia internacional se refiere, vuelve a ser uno de los países más relevantes y respetados, no sólo en la Unión Europea, sino en toda la escena mundial.
En los últimos años estamos siendo testigos de los cada vez más devastadores efectos del cambio climático. En el peor de los escenarios los expertos auguran que la temperatura media puede aumentar hasta 4’8º para final de siglo.
En el mes del Orgullo LGTBIQ+ el colectivo se tiñe de luto y se llena de agresiones homófobas por todo el territorio español, las cuales han aumentado exponencialmente en los últimos días.
La utilización de los hijos y de las hijas para continuar y maximizar la violencia ejercida hacia la mujer es de las formas más extremas de violencia machista. Desde 2013 ya son, al menos, 39 víctimas.
Sin duda, el 27 de diciembre de 2020 pasará a la historia por ser el primer día del resto de nuestras vidas: empezaba en España la campaña de vacunación contra la COVID-19. A día de hoy hay 14.911.306 personas con al menos una dosis, y 6.976.683 con pauta completa.
Cuando hablamos de salud, de cómo nos encontramos, de si tenemos algún problema, solemos centrarnos en las enfermedades o patologías físicas, como las del riñón, el corazón, la rotura de algún hueso, problemas en las articulaciones, dolor de espalda… Pero son pocas las veces que hablamos sobre cómo nos sentimos.
El 8M no es un día de celebración, es un día de reivindicación en el que damos visibilidad a todas las que sufren, o a todas las que ya no pueden hablar.